martes, 17 de enero de 2023

Coros trágicos a Adrasto

Un pasaje sobre un origen no dionisíaco de la tragedia griega, que figura en Heródoto (Historias, V, 67-68):

Clístenes hizo trasladar a Sición los restos de Melanipo (pues este punto requiere también una explicación), pues, en su opinión, era el peor enemigo de Adrasto, dado que había matado a su hermano Mecisteo y a su yerno Tideo. Y, tras haberle dedicado el citado recintol, privó a Adrasto de sacrificios y de fiestas, y se los adjudicó a Melanipo. Por cierto que los sicionios solían venerar a Adrasto con gran boato, ya que esa región había pertenecido a Pólibo, y Adrasto era nieto de Pólibo por parte de madre; además, al morir sin descendencia masculina, Pólibo entregó el poder a Adrasto (320). Pues bien, los habitantes de Sición veneraban a Adrasto con diversas ceremonias, entre las que, principalmente, destacaba la conmemoración de sus desventuras (321) mediante coros trágicos (con ellos no veneraban a Dioniso, sino a Adrasto). Clístenes, por su parte, asignó (322) los coros a Dioniso y el resto del ritual a Melanipo.

Éstas fueron las medidas que había tomado con respecto a Adrasto. Por lo que se refiere a las tribus dorias, para evitar que los sicionios tuviesen exactamente las mismas que los argivos, les cambió los nombres (323) por otros nuevos. Y, con tal motivo, se mofó descaradamente de los sicionios, pues permutó las denominaciones de las tribus por las palabras "cerdo", "asno" (y "lechón"), a las que simplemente añadió las desinencias (324); sólo exceptuó a su propia tribu, ya que el nombre que le impuso aludía al cargo que ocupaba. A partir de entonces los miembros de su tribu se llamaron Arquelaos (325), mientras que los de las demás recibieron, respectivamente, los nombres de Hiatas, Oneatas y Quereatas (326). Los sicionios utilizaron esos nombres para designar a sus tribus no sólo durante el mandato de Clístenes, sino también a su muerte, por espacio de sesenta años más (327).

 

 

Notas de Carlos Schrader: 

(320). Pólibo (que en otras versiones de la leyenda aparece como padre adoptivo de Edipo) había sido rey de Sición, legando, al morir, su reino a Adrasto, ya que su única hija se había casado con Tálao, el padre de Adrasto. Cf. A. Ruiz de Elvira, Mitología clásica... pág. 142.

(321) Pues el héroe había conocido el exilio en su juventud y, sobre todo, había sufrido, en las dos expediciones contra Tebas, la pérdida de varios parientes y amigos, muriendo finalmente de tristeza (cf. Pausanias, 1 43, 1). La reforma religiosa de Clístenes de Sición tenía una clara significación política, ya que, de un lado, pretendía romper los vínculos religiosos que, a nivel aristocrático, unían a Sición con Argos mediante el culto a Adrasto, suplantándolos por vínculos religiosos ligados a Grecia central (el culto a Melanipo, héroe tebano). Y, por otra parte, en política interior, el tirano se granjeaba la simpatía de las clases populares potenciando el culto a Dioniso. Cf. A. Gitti, "Clistene di Sicione e le suie riforme. Studi sulla storia arcaica di Sicione", Mem. Accad. Naz. 2 (1929), 601 y sigs. 

(322) Este pasaje, de los más importantes que, para la historia del teatro griego, nos han transmitido los autores antiguos (hasta el punto de que se ha convertido en una crux philologica para la crítica moderna, dado que no hay uniformidad en la interpretación de la expresión "coros trágicos", así como   en el significado que hay que dar al verbo "asignar"; para toda esta cuestión, cf. F. r. Adrados, Fiesta, comedia y tragedia. Sobre los orígenes griegos del teatro, Barcelona, 1972, especialmente págs. 19-77), indica la existencia en Sición, a comienzos del siglo VI a.C., de una forma dramática en el culto a un héroe. Clístenes, que no podía suprimir estas ceremonias y diversiones sin desagradar al pueblo, las asignó al culto a Dioniso, celebrándose mediante coros trágicos, con cantos, danzas y diálogos para exponer un tema mítico. 

(323) Los nombres de las tres tribus dorias eran Hileos, Panfilos y Dimanatas (cf. el final del capítulo), pues sus epónimos habían sido, respectivamente, Hilo, Panfilo y Dimante, hijos del dorio Egimio, un aliado de los Heráclidas en su conquista del Peloponeso. Esta reforma de Clístenes (los Ortagóricdas pertenecían a  la población no doria de Sición) tenía una finalidad antiargiva y, sobre todo, antiaristocrática. Y quizá en este punto sea donde la semejanza con las medidas de su nieto ateniense sean mayores, ya que, a partir de Aristóteles, Política VI 4, 23, 1319b, cabe pensar que el tirano de Sición sustituyó las tres tribus gentilicias de Sición por cuatro tribus territoriales, aumentando además el número de las fratrías, con lo que ls nuevas tribus habrían tenido una doble división, en circunscripcioines locales y en fratrías. Cf. C. Mossé, la tyrannie dans la Grèce antique, París, 1969, págs. 38-47.

(324) Es decir, las desinencias propias de los gentilicios.

(325) "Los caudillos del pueblo" (de arché, "mando", y laós, "pueblo"). Posiblemente la noticia que transmite Heródoto se basa en esa etimología, pero no se atiene a la realidad, ya que Arquelao debió de ser algún antiguo héroe sicionio, no dorio, que fue tomado como epónimo para la cuarta tribu que creó Clístenes (las poblaciones dorias se caracterizaban por estar divididas en tres tribus; frente a los jonios, que por lo regular lo estaban en cuatro).

(326) Es decir, "los cerdos", "los asnos" y "los lechones". Es inverosímil que Clístenes hubiera tomado semejante medida. Estos nombres podrían ser de origen totémico, reflejo de antiguos cultos predóricos. Cf. Ed. Will, Doriesn et Ioniens, París, 1956, págs., 396 y sigs.

(327) De acuerdo con la cronología atribuida a la tiranía de Clístenes (cf. D. M. Leahy, "The dating of the Orthagorid dynasty", Historia 17 (1968), 1-23), hasta el año 510 a.C., aproximadamente, con lo cual coincidiría con la fecha que el Papiro Rylands 18 (F. Jacoby, F. Gr. Hist. 105, fr. 1) atribuye a la caída del tirano Esquines de Sición, el último de los Ortagóridas. Con todo, la historia de Sición en esos sesenta años a que alude Heródoto es escasísimamente conocida.

 

 

 

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