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miércoles, 4 de octubre de 2023

miércoles, 4 de agosto de 2021

Glorias de España: Teatro

 El Teatro Crítico de Feijóo trata muchos temas, y también habla algo de teatro, en su discurso sobre las "Glorias de España":


... No sería justo omitir aquí que la poesía cómica moderna casi enteramente se debe a España, pues aun que antes se vio levantar el teatro en Italia, lo que se representaba en él más era un agregado de conceptos amorosos que verdadera comedia, hasta que el famoso Lope de Vega le dio designio, planta y forma. Y si bien que nuestros cómicos no se han ceñido a las leyes de la comedia antigua, lo que afectan mucho los franceses censurando por este capítulo la comedia española, no nos niegan éstos la ventaja que les hacemos en la inventiva, por lo cual sus mejores autores han copiado muchas piezas de los nuestros. Oigase esta confesión a uno de los hombres más discretos, en verso y prosa, que los últimos años tuvo la Francia, el señor de San Evremont: "Confesamos que los ingenios de Madrid son más fértiles en invenciones que los nuestros, y esto ha sido causa de que de ellos hayamos tomado la mayor parte de los asuntos para nuestras comedias disponiéndolos con más regularidad y verosimilitud." Esto último no deja de ser verdadero en parte, pero no con la generalidad que se dice. La "Princesa de Elide", de Molière, es indisimulable y claro traslado de "El desdén con el desdén", de Moreto, sin que haya más regularidad en la comedia francesa ni alguna irregularidad que notar en la española...  (IV, xiv; Antología popular, 100).

domingo, 25 de julio de 2021

Virtud aparente: Dramatismo y detección del hipócrita

Benito Jerónimo Feijóo (el Feijóo bueno) escribe sobre el teatro cotidiano de la hipocresía con la agudeza de un Goffman del siglo XVIII en su Teatro Crítico:

Virtud aparente

Los hipócritas perfectos son pocos. Llamo hipócritas perfectos a aquellos cuya superficie toda es devoción y el fondo todo iniquidad...

No hay que admirar que sean pocos éstos, no obstante ser el camino de la hipocresía el más breve que hay para el templo de la Fortuna. Son pocos los que tienen la robustez de espíritu necesaria para una vida tan trabajosa. Concíbase cuanto se quisiere ardua la virtud, más penosa es la fingida que la verdadera. Es menester un continuo estudio inseparable de un continuo afán; una vigilancia infatigable en reprimir las irrupciones del alma, que sin intermisión pretende campear hacia afuera. No hay pasión que como fiera atada no forcejee por ormper las prisiones en que la pone el disimulo. No late menos la facultad animal del corazón en el semblante que la vital en la arteria. Su movimiento interno es como el del reloj que tiene afuera voz que le publica y mano que le señala. No hay palabra, no hay acción que, si no se rige con contrario ímpetu, no sigue el curso de aquella animada máquina. Solicitan importunamente a los ojos la curiosidad y la lascivia; brma por desahogarse en la voz y en el ceño la impaciencia; la chocarrería oída con gusto provoca a la risa; llama la injuria a la venganza; la lengua y el oído están mal hallados con el silencio; no hay miembro que a su pesar no se haya de dejar regir hacia la representación de compostura; son infinitas las cuerdas de que se compone la armonía de un exteriorior modesto y todas deben estar violentamente tirantes; a las puertas de todos los sentidos dan continuas aldabadas los apetecidos objetos. ¿Qué fuerza hay bastante a resistir tantos impulsos o a manejar a un tiempo tantas riendas?

Añádase a esto el susto de ser cogidos en la trampa. En cuantos ojos la circundan otras tantas espías enemigas temen. Bien conocen la dificultad de conservar siempre inaccesible el alma a la observación ajena. Por más que se cierren las ventanas, quedan en imperceptibles descuidos innumerables resquicios. Cuando logren engañar la multitud, no faltan espíritus trascendentes que distinguen, en cualquier parte que se halle, lo natural de lo artificioso. por más que la afectación remede la realidad, una y otra tienen sus notas, bien que inexplicables, perceptibles; un carácter especial que se sujeta a la inteligencia y se niega a la voz. El mismo cuidado de ocultar al alma la hace visible, porque es visible la cautela y es visible también que los corazones inocentes no usan de este estudio. Todo hombre muy circunspecto se hace sospechoso. El que está asegurado de su conciencia, obra y habla con abertura. Ni le aprovechará al hipócrita ponerse a imitar aquella nativa franqueza, nunca acertará con el punto debido. Siempre los que tienen conocimiento distinguirán entre el original y la copia. Así yo creo que hasta ahora no hubo hipócrita que acertase a engañar a todo el mundo....


(IV, Disc. I).


 

 



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