La
realidad la hacemos un poco entre todos, y cada cual habita en parte
en la suya y en parte en la de todos. Ahora, cuando llega la hora de
definir cuál es la naturaleza última de la realidad (por ejemplo ¿Hay
Dios? ¿Cuida de nosotros? ¿Qué planes tiene? ¿Hay otra vida? ¿Vivimos en
un ordenador? ¿Tenemos alma? ¿Tiene todo esto algún sentido?
¿Cuál es la sustancia y razón de lo que vemos? ¿A dónde vamos? ¿Nos
llevan por buen camino?)—para todo esto, doctores tiene la
Iglesia. Hacen falta expertos, toda una organización social para el
Mantenimiento y Definición del Universo. De esta cuestión hablan algo
Berger y
Luckmann en su libro sobre The
Social Construction of Reality. Veamos unos párrafos sobre estos
Expertos Universales, dedicados a la teoría pura y a la legitimación de
la realidad:
Se refieren Berger y Luckmann, entre otras cosas, a que la representación de la realidad (la definición de la realidad y la teorización sobre ella se cuentan entre las más influyentes formas de representación) también modela la realidad social, y proporciona mapas y modelos de la realidad que orientan la acción sobre la realidad así como otras representaciones de la realidad.
The emergence of full-time personnel for universe-maintaining legitimation also brings with it occasions for social conflict. Some of this conflict is between experts and practitioners. The latter, for reasons that need not be belaboured, may come to resent the experts' grandiose pretensions and the concrete social privileges that accompany them. What is likely to be particularly galling is the experts' claim to know the ultimate significance of the practitioners' activity better than the practitioners themselves. (....)
This brings us to another, equally important, possibility of conflict—that between rival coteries of experts. (135-6)
¿Y cómo se han de resolver los conflictos entre doctrinas, en particular cuando se resuelven a cuestiones transcendentales, teológicas o metafísicas, que escapan a la experiencia común? Puede utilizarse la argumentación, y se usa abundantemente, pero no es eso lo que decide el triunfo de las doctrinas. Berger y Luckmann son pragmáticos desilusionados en este sentido: es el ejercicio del poder, del control y de la autoridad política lo que decide la resolución de las disputas sobre la naturaleza de la realidad, al menos en el espacio público—(y apuntemos que el espacio privado se construye en gran medida por interiorización del espacio público). Son las legitimaciones toleradas o promovidas por el poder las que acaban definiendo la naturaleza de la realidad. Al menos la realidad públicamente reconocida:
Con esta cuestión de las definiciones oficiales de la realidad, y su cuestionamiento marginal, estaba relacionado mi artículo sobre el Evangelio de Judas—un libro que cuestiona la definición de la realidad de la ideología cristiana mayoritaria de su tiempo.
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