Así empieza una entrada de la ENCICLOPEDIA NAZI CONTADA PARA ESCÉPTICOS de Juan Eslava Galán (Planeta):
ÓPERA ALEMANA. "Hitler tuvo la habilidad de inventar una coreografía del Estado convincente —escribe Sujic—. Necesitaba ceremonias, además de saludos, protocolos y una serie de rituales diarios, igual que necesitaba uniformes, bandera e insignias, a los que dispensó tanto cuidado y atención." (13)
Nota 13. Sudjic 2007, p. 33. Véase Nazi Germany: Pictures of the Madness (1937-1939). <https://www.youtube.com/watch/v=AkXPD92Fg2c>
Con Hitler toda Alemania se convirtió en un gigantesco escenario en el que se representaba una magna ópera, ese género musical que abarca no solo la música y el texto del libreto, sino variadas artes escenográficas (vestuario, decoracvión, iluminación, pintura, arquitectura, atrezo).
Nota 14. Speer (v.), responsable un tiempo de aquel tinglado como "decorador jefe", lo confiesa en sus memorias: "En aquella época sentía una gran afición por las banderasy las utilizaba siempre que podía: permitían introducir una nota de color en la arquitectura de piedra. Advertí que la bandera de la esvástica (v.) diseñada por Hitler se adaptaba mucho mejor al uso arquitectónico que la bandera de las tres franjas de color [...] y la empleé como objeto decorativo para cubrir desde le alero hasta la acera los feos edificios de la época de la fundación del Segundo Reich (Speer, 2001, p. 111, v. banderas a la gresca).
De todo ello se ayudó Hitler para representar su ópera, en la que él interpretaba al personaje principal, sus compinches hacían los papeles secundarios, a cuál mejor caracterizado (el gordo pomposo, el redrojo cojito enredador, el malvado y pálido gafitas, el siniestro letón, etc.), y el pueblo alemán en su colectividad hacía los coros y la multitud de figurantes. Esa ópera a la que todo contribuía se representó durante 2 años ininterrumpidamente y respondió, dependiendo de la época, a las distintas clasificaciones que se hacen de la ópera: comenzó siendo bufa, con modestos actores que la representaban por las cervecerías de Múnich, tuvo su momento de disparatada opereta en el Putsch (v.) de 923, creció en talla actorial y escenario hasta la grand opera de los años centrales del nazismo, desfiles, concentraciones de Núrembert (v. congresos del partido), Olimpiadas (v.)..., mutó a pastoral heroica con la Blitzkriegt (v. guerra relámpago), pasmo del mundo, y finalmente se desinfló hasta dar en una penosa tragedie confundida con el wagneriano crepúsculo de los dioses (v.), con ese "estruendo final amenazador que los alemanes confunden tan de buena gana con la grandeza" (Nota 15)
Nota 15. Ludwig, 2011, p. 25.
¡Ópera alemana! Todavía fascina al mundo, ahora que podemos ver en color sus performances prolijamente rodadas por la Riefenstahl (v.) y la UFA, con sus coreografías multitudinarias, con sus banderas, fanfarrias e himnos, con sus desfiles y coros, con sus efectos de iluminación y proyectores capaces de crear catedrales de luz, con sus ciudades convertidas en braseros de danzantes torbellinos de fuego por la aviación aliada que les aseguraba "el sacrificio por la comunidad".
"Las espectaculares concentraciones del partido con cientos de miles de participantes y su fastuosa decoración e iluminación con reflectores antiaéreos, sus desfiles de precisión milimétrica, sus ritos paganos y su monumentalidad, su reivindicación de la fuerza, la camaradería, le épica y la acción, la oportunidad que ofrecía al individuo de disolverse en el grupo, la evocación de un pasado legendario junto a la promesa de un futuro radiante... Todo ello atrajo a muchos elemanes." (Nota 16)
(Nota 16). Bilbao, 2102, p. 1.
¿Qué decir del amor del pueblo alemán por los uniformes? Había uniformes para cada oficio, para cada situación de ese "cada oficio", e incluso a veces para cada hora del día. "Hay en Alemania más botas de montar que en la pampa argentina—escribe Ludwig—; lo que no hay son jinetes." (Nota 17).
(Nota 17) Ludwig, 2011, p. 29.
La cualidad teatral de todo el montaje la detectan los buenos observadores. "Como si de una obra teatral o de cine se tratara, aparecen unos guionistas (ideólogos nacionalistas, antisemitas y racistas del siglo XIX), una productora (Partido Nacional Socialista del Trabajo Aleman [v. NSDAP]), una realización (Waffen-SS, Wehrmacht [v.]), colaboracionistas de los países ocupados), un director (Adolf Hitler) unos actores protagonistas (arios, alemanes, austriacos, nazis) y antagonistas (judíos, eslavos, comunistas, etc), unos extras (Sonderkommando [v.], Einsatzgruppen [v.]), un público espectador (mayoría del pueblo alemán-austriaco y nativos de algunos países ocupados), una coreografía hábilmente orquestada (nacionalismo, socialismo étnico, racismo y antisemitismo) y un decorado (Segunda Guerra Mundial, campos de exterminio [v.] y campos de concentración [v.] en Europa), así como un final impactante (Holocausto [v.]). (Nota 18).
Nota 18. Olmo, s.f. p. 1.