De Th. Zielinsky, Historia de la civilización antigua, 205ss.:
En las fiestas populares, los poetas cantores se dirigían al público, declamando con una vez cantante sus versos, y acompañándose con un instrumento rudimentario de cuerdas (iambyké). El lazo de la corea, roto por Arquíloco, fue restablecido en el siglo VI meddiante la introducción del yambo, como verso del diálogo, en el drama; pero fue necesario para eso desarrollar el segundo elemento constitutivo del drama: el ditirambo.
El ditirambo era en un principio un canto exaltado y extático en honor de Dionisos. El jefe del coro ocupaba en él un sitio muy particular; cierto elemento dramático se mezcló también, desde un principio, a esta clase de poesía coral. Este elemento dramático se encontró reforzado aún, cuando los miembros del coro se disfrazaban de sátiros (se llamaba así a los espíritus del bosque, los alegres compañeros de Dionisos). Como eran semihombres y semichivos, sus cantos se llamaban "canciones de los chivos", trag-ódia, de tragos, "macho cabrío"). Esta innovación se atribuyó al legandario Arión, poeta ditirámbico de la corte de Periandro, de Corinto. Su sucesor fue aquel Tespis que Pisístrato había invitado en 534 para realzar, con su tragedia, el brillo de las grandes Dionisíacas, instituidas por él. Allí, en Atenas, la tragedia extendió su horizaonte, admitiendo, al lado del ciclo de las tradiciones dionisíacas, todas las leyendas griegas, y hasta la historia contemporánea, en todo su vigor primero y juvenil. Así, después del poco éxito, amargo paa toda la Grecia, de la sublevación jónica y de la toma de Mileto en 494. Frínico hizo representar en Atenas una tragedia que, con el título de La toma de Mileto, conmovió hasta las lágirmas al público que asistió al espectáculo.
Por lo demás, en esas primeras tragedias el elemento dramático estaba poco desarrollado. Era más bien una cantata (ditirámbica) puntuada por las recitaciones (yámbicas) de los mensajeros. En la época siguiente fue cuando la tragedia llegó a ser un verdadero drama.
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