jueves, 26 de septiembre de 2024

El faisán Argos

 Según Charles Darwin, El origen del hombre y la selección sexual, Austral, p. 523-24:


El faisán argo (fig. 52) proporciona un caso mucho más notable. Las plumas alares secundarias, desarrolladas de forma inmensa, están limitadas al macho, y cada una está adornada con una hilera de veinte a veintitrés ocelos, de unos tres centímetros de diámetro. Dichas plumas están asimismo elegantemente marcadas con bandas oblicuas y filas de manchas de un color oscuro, como la piel de un tigre y un leopardo combinadas. Estos hermosos adornos están escondidos hasta que el macho se exhibe ante la hembra. Entonces endereza la cola, expande sus plumas alares en un gran abanico o escudo circular, casi vertical, que se coloca frente al cuerpo. Cuello y cabeza se sitúan a un lado, de manera que quedan ocultos por el abanico, pero el ave, con el fin de ver a la hembra ante la que se está exhibiendo, a veces introduce la cabeza entre dos de las largas plumas alares (tal como ha visto mister Bartlett), y entonces adopta un aspecto grotesco. Éste debe ser un hábito frecuente en el ave en estado natural, porque mister Bartlett y su hijo, al examinar algunas pieles perfectas enviadas desde Oriente, encontraron un lugar entre dos de las plumas que estaba muy deshilachado, como si la cabeza se hubiera introducido frecuentemente allí. Mister Woods cree que el macho también puede mirar a hurtadillas a la hembra por un lado, más allá del borde del abanico. 

 


 

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