Retropost, 2013:
Mendilow (Time and the Novel, p. 114) cita esta especulación de Stendhal:
written 1804, ed. Le Divan, 1931,
vol. 2, pp. 179-180).
Para Mendilow, esta noción supone una anticipación interesante de los desarrollos de la novela moderna, la corriente de conciencia y el monólogo interior, los cuales describe así:
One explanation of the vividness that this technique is capable of achieving lies in the effect of presentness produced by the fact that such wirting is in the present tense; it gains thereby in immediacy what it loses for most readers by its use of private and esoteric forms of expression, associations and symbols which hinder easy identification with the protagonist. (Time and the Novel 112-13).
Sobre Joyce como observador de la mente, puede verse este ensayo de John Horgan, "A Bloomsday Appreciation of Ulysses by James Joyce, Greatest Mind Scientist Ever."
"Joyce
was not a theorist of mind but he was an exceptional observer of it,
far more so than any scientist. He helped us become more aware of our
awareness."
Mendilow,
al contrario que Stendhal, no cree en la posibilidad de un registro
completo de los procesos mentales o emocionales. Escribiendo en 1952,
después de Hartmann y después de Freud, ya sabe que la consciencia es
sólo la punta del iceberg de los procesos inconscientes de la mente. Los
novelistas imitan con su transcripción verbal no el conjunto de los
procesos mentales, sino sólo de los procesos de atención consciente—la
atención es enormemente potenciada por el lenguaje—y en menor medida los
elementos preconscientes o subliminales,
Aquí hay una charla de
Daniel Dennett sobre la consciencia, en la que propone lo que llama su
"teoría de la consciencia como fama":
(Vaya, cambio el vídeo desaparecido por otro posterior en el que menciona su teoría)...
Quizá se podría llamar más adecuadamente la teoría de la consciencia como retrospección reflexiva. La cuestión es que la consciencia reflexiva de algo, así podríamos traducir awareness en
el sentido más fuerte, cuando no es mera percepción consciente, sino
atención a esa reflexión consciente—esa consciencia reflexiva, dice
Dennett, es algo que se crea mediante una retroalimentación o lazo
retroactivo. El tiempo consciente es de esta manera totalmente diferente
del tiempo de la percepción subliminal, y lleva siempre un ligero
desfase.
El fenómeno consciente por tanto se crea en una especie
de tiempo gobernado por el círculo hermenéutico, y se genera como
fenómeno antes de llegar a ser consciente; sólo por esa
retroalimentación y permanencia, lo que Dennett llama la "fama" de la
consciencia, llega a ocupar un lugar prominente en la atención, o más
bien a generar esa atención consciente como tal. Una analogía que usa
Dennett es la de la especiación. Hay también una relación algo
paradójica entre especiación y retrospección—es un tema del que yo he
escrito alguna cosa, por ejemplo en este artículo sobre el evolucionismo de Darwin y de Gustavo Bueno—con
razonamientos algo parecidos a los de Dennett. En fin, que el momento
de especiación se genera retroactivamente, como toda una serie de
fenómenos históricos e interpretativos que siguen esta curiosa
temporalidad gobernada por la retrospección. Ver más sobre esta
retroactividad aquí ("En el retrovisor").
Otra
de las cosas interesantes que dice Dennett es que no hay una frontera
clara entre lo consciente y lo preconsciente o inconsciente. La
consciencia es un fenómeno emergente, que vivimos "en primera persona",
de modo particular en la experiencia subjetiva de las diversas
modalidades de atención. Pero al descomponerla, lo que encontramos no
es, precisamente, consciencia, sino sólo las señales que, organizadas
del modo esencialmente narrativo y retrospectivo que describe Dennett,
dan lugar a la experiencia consciente.
Por eso es por lo que los
novelistas no pueden representar la consciencia como tal, sino sólo una
especie de simulación o ficcionalización de la misma. Ya comenzando por
el hecho mismo de que en la narrativa psicológica, la percepción se
verbaliza—en el cine puede darse una aproximación más cercana, con una
mezcla de imágenes visuales perceptuales y memorísticas, y pensamiento
verbalizado o parcialmente verbalizado. Aunque es un experimento más
bien infrecuente, a no ser en pasajes breves de sueños o de inmersión
momentánea en la mente de un personaje.
Sea como sea, tanto el cine como la ficción son, como dice Horgan del Ulises de
Joyce, un ejercicio de atención reflexiva sobre la consciencia, que la
convierte en una especie de hiperconciencia. Al igual que el lenguaje
estructura el pensamiento y potencia la atención, la representación
experimental de los procesos de consciencia es de por sí una experiencia
única para la consciencia. La novela psicológica, o el cine
psicológico, abren los ojos a la atención sobre nuestra experiencia de
vivir como una consciencia en flujo y una atención variable que pasa
como un proyector luminoso de un aspecto a otro del paisaje barroco
interior, y del exterior, resaltándolos y llevándonos al siguiente
momento de ese tiempo interior construido casi como un telefilm
producido, dirigido y emitido en directo.
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