jueves, 30 de mayo de 2024

Ignorar la mortalidad

 

Elogio de la irrelevancia irresponsable

Algunos dicen que hay que vivir para la muerte, planteamiento ofensivo para los deseos e incluso para el buen gusto. Tienen sin embargo a point en el hecho de que toda la vida humana y todo en sus prioridades tiene la marca de la naturaleza humana, y la muerte, más aún, la consciencia de la mortalidad, es parte integrante de esa naturaleza humana. Todo lo que somos y todo lo que ha hacemos lo hacemos, de hecho, en última instancia, porque somos mortales.

En esta terrible situación, la única aproximación que puede hacer la vida humana a la inmortalidad, o a la indiferencia a la muerte, no consiste en escapar realmente de ella (dado que en cierto modo constituye el paisaje) pero sí en hacer lo contrario de vivir para la muerte—vivir para la vida, y no prestar a la muerte sino la mínima atención indispensable. Sólo en última instancia hay que llegar a la última instancia. Ya le estoy dedicando demasiadas líneas.

La única manera posible de vivir como los imaginarios inmortales es hacer un derroche de la vida—como si fuese no escasa y preciosa, sino abundante y despilfarrable. No necesariamente un derroche ostentoso, sino sencillamente pasar la vida en la medida de lo posible como si no existiese la muerte—o como si la vida no estuviese marcada por la muerte. Desoyendo a quienes nos aconsejan vivir para la muerte, ya sean heideggerianos, legionarios, u otros novios de la muerte. 

Y es lo que hacemos, de hecho—vivir la vida como la vivimos, la mayor parte del tiempo, con sabiduría espontánea; como los auténticos Olímpicos, sin dedicarla a nada que suponga ahorrar méritos para nuestro estado muerto, sin ni siquiera ir buscando ningún tipo de intensidad o culminación de la vida.

Pues hay en esos trayectos de vida ejemplares o culminantes, en realidad, un trayecto hacia la muerte, una consciencia de la mortalidad —tenemos que hacer algo de utilidad porque tenemos la espada de Damocles de la extinción total (nuestra y de todo lo que apreciamos, y de todo lo demás también) perpetuamente encima. Tampoco es que lo que hagamos de útil vaya a cambiar para nada esa situación, sustancialmente considerada. Y de hecho hasta los inmortales mueren, o los matan, en muchos de los mundos paralelos —mundos de ficción— donde viven. No nos diferenciamos apenas nada de ellos.

Por tanto, el tiempo mejor empleado es el dedicado a vivir esta vida real que es tan irreal, el mayor de los videojuegos de realidad virtual — recreándonos inmersivamente en su propia irrealidad—en las cosas insustanciales—dedicando nuestro tiempo y atención al fútbol (aunque no en mi caso), al presente, a descubrir infinite riches in a little room, a las ensoñaciones, daydreaming o nightdreaming, a retorcar fotos, a escuchar conferencias sobre los paradigmas, y a escribir blogs. A sestear bajo las ramas, a embarcarse en actividades irrelevantes que ni son narrables ni nos acercan un centímetro más a la cumbre de los tiempos. ¡Hey, eso incluye leer a Heidegger!

 




 
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lunes, 27 de mayo de 2024

El show de Truman

 

The Truman Show. Dir. Peter Weir. Cast: Jim Carrey, Laura Linney, Ed Harris, Noah Emmerich, Natascha McElhone, Holland Taylor, Brian Delate, Paul Giamatti, Harry Shearer. USA, 1998.* Online at YouTube.*

 

 

sábado, 25 de mayo de 2024

Gustavo Bueno, Estroma

Retropost, 2014:

 
Nada es tan sólido como parece, ni la materia ni el mundo.

Comencemos con un vídeo de Gustavo Bueno, uno de los pocos intelectuales españoles que hacen un uso ejemplar de Internet y en concreto de YouTube:

 


Estos estromas de Gustavo Bueno, aunque puedan parecer un tanto vaporosos o generalistas, son un concepto útil para pensar la naturaleza vaporosa (o virtual, como me gusta decir a veces) de la realidad en general. Estos conceptos de la escuela materialista de Oviedo debería conjuntarse, explicarse y repensarse comparándolos con los frames o marcos de referencia teorizados por Erving Goffman. Cada objeto, cada unidad de la realidad (física o interaccional) y cada una de sus partes puede entenderse como un estroma o un marco, una unidad acotada que permite determinadas posibilidades de acción o invita determinada interacción en torno a ella; la realidad es la compleja estructuración de estos objetos cognitivos y estas subestructuras de percepción y acción.

También pueden relacionarse los estromas y los con las teorías psicológicas y sociológicas constructivistas, por ejemplo las enseñanas sobre la construcción social de la realidad de Berger y Luckmann, y de Schütz; y más modernamente con la psicología y lingüística cognitivistas que nos hablan del lenguaje como un factor primordial de construcción de la realidad virtual en la que habitamos. En cierto modo el aspecto lingüístico de esta teoría venía anticipado por algunos aspectos de la (por otra parte tendenciosa) teoría de Sapir y Whorf, pero un enfoque menos gramaticalista y más ideológico se lo daba Stuart Chase en The Tyranny of Words. Chase era, por su parte, en sociología y en economía, un seguidor de Thorstein Veblen, y también a Veblen podemos ascribirle una importante teoría del simbolismo social, de la virtualidad de lo real, y de la teatralidad en la vida social.

 Otras piezas invisibles o impalpables de construcción y organización de la realidad, aparte de estromas y marcos, o no tan aparte porque se superponen e interseccionan con ellos, son las ideas (platónicas o carnales), las palabras, y los memes. Que, según Dennett, incluirían a ambas categorías. Puede verse aquí a Dennett explicando su versión de la realidad (sus propios estromas) en esta conferencia sobre los memes considerados como virus mentales peligrosamente infecciosos. En cuanto al lenguaje y las palabras, y las Ideas, pusimos unas palabras sobre ellas aquí—en La caverna del Cerebro: El lenguaje como realidad virtual.

En suma, que estromas, memes, ideas, palabras y marcos son los elementos de construcción de la realidad humana en que vivimos, mundos no meramente físicos sino informacionales—mundos culturales, mentales e interaccionales, mundos de expectativas, percepciones y convenciones, que pueden construirse, desconstruirse, explorarse y cambiarse con palabras como éstas. Algunas de sus piezas se pueden mover con la mente, y su estructura cambia en cierta medida cuando la descubrimos y describimos. Construir y reconstruir estos mapas mentales del mundo, mapas que coinciden con el territorio, es lo que llamamos aprender, y comprender la realidad. Comprender la realidad es, también, redefinirla y construirla.






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viernes, 24 de mayo de 2024

Estado de Alarma

 

Estado de Alarma

Larvatus prodeo

 

Descartes no había elegido al azar hacer suya la divisa Larvatus prodeo. En las Cogitationes privatae escribe: "Igual que los actores, procurando esconder la vergüenza, se visten según el papel que representan, igual yo, en el momento de subir al escenario del mundo, en el que me he mantenido hasta ahora como espectador, avanzo ocultándome (larvatus prodeo)..." (Obras) y no pro deo, lo que querría decir delante de Dios...  Pero la homofonía, que solo la escritura saca del error, es aquí igualmente una máscara.

 

 (Michel Onfray, El cocodrilo de Aristótles, 107)

EVERYMAN

martes, 21 de mayo de 2024

Faire semblant de rompre

Marcel "fait semblant" de rompre avec Albertine dans La Prisonnière de Proust (375-80):

Mon découragement aurait duré. Les paroles d'Albertine, quand j'y songeais, y faisaient succcéder une colère folle. Elle tomba devant une sorte d'attendrissement. Moi aussi, depuis que j'étais rentré et déclarais vouloir rompre je mentais aussi. D'ailleurs, même en repensant par à coups, par élancements, comme on dit pour les autres douleurs physiques, à cette vie orgiaque qu'avait menée Albertine avant de me connaître, j'admirais davantage la docilité de ma captive et je cessais de lui en vouloir. 

Seulement cette simulation entraînait pour moi un peu de la tristesse qu'aurait eue l'intention véritable et que j'étais obligé de me représenter pour la feindre. Sans doute, jamais, durant notre vie commune, je n'avais cessé de laisser entendre à Albertine que cette vie ne serait vraisemblablement que provisoire, de façon qu'Albertine continuât à y trouver quelque charme. Mais ce soir j'avais été plus loin, ayant craint que de vagues menaces de séparation ne fussent plus suffisantes, contredites qu'elles seraient sans doute dans l'esprit d'Albertine par son idée d'un grand amour jaloux pour elle, qui m'aurait, semblait-elle dire, fait aller enquêter chez les Verdurin. Ce soir-là je pensai que, parmi les autres causes qui avaient pu me décider brusquement, sans même m'en rendre compte qu'au fur et à mesure, à jouer cette comédie de rupture, il y avait surtout que, quand dans une de ces impulsions comme en avait mon père, je menaçais un être dans sa sécurité, comme je n'avais pas comme lui le courage de réaliser une menace, pour ne pas laisser croire qu'elle n'avait été que paroles en l'air, j'allais assez loin dans les apparences de la réalisation et ne me repliais que quand l'adversaire, ayant vraiment l'illusion de ma sincérité, avait tremblé pour tout de bon.


 

 


D'ailleurs dans ces mensonges, nous sentons bien qu'il y a de la vérité; que si la vie n'apporte pas de changements à nos amours, c'est nous-mêmes qui voudrons en apporter ou en feindre, en parler de séparation, tant nous sentons que tous les amours et toutes choses évoluent rapidement vers l'adieu. On veut pleurer les larmes qu'il apportera bien avant qu'il survienne. Sans doute y avait-il cette fois, dans la scène que j'avais jouée, une raison d'utilité. J'avais soudain tenu à la garder parce que je la sentais éparse en d'autres êtres auxquels je ne pouvais l'empêcher de se joindre. Mais eût-elle à jamais renoncé à tous pour moi, que j'aurais peut-être résolu plus fermement encore de ne la quitter jamais, car la séparation est par la jalousie rendue cruelle, mais par la reconnaissance, impossible. Je sentais en tout cas que je livrais la grande bataille où je devais vaincre ou succomber. J'aurais offert à Albertine en une heure tout ce que je possédais, parce que je me disais: tout dépend de cette bataille. Mais ces batailles ressemblent moins à celles d'autrefois, qui duraient quelques heures, qu'à une bataille contemporaine qui n'est finie ni le lendemain, ni le surlendemain, ni la semaine suivante. On donne toutes ses forces, parce qu'on croit toujours que ce sont les dernières dont on aura besoin. Et plus d'une année se passe sans amener la "décision".

Peut-être une inconsciente réminiscence de scènes menteuses faites par M. de Charlus, auprès duquel j'étais quand la crainte d'être quitté par Albertine s'était emparée de moi, s'y ajoutait-elle. Mais plus tard, j'ai entendu raconter par ma mère ceci, que j'ignorais alors et qui me donne à croire que j'avais trouvé tous les éléments de cette scène en moi-même, dans une de ces réserves obscures de l'hérédité que certaines émotions, agissant en cela comme, sur l'épargne de nos forces emmagasinées, les médicaments analogues à l'alcool et au café, nous tendent disponibles: quand ma tante Octave apprenait par Eulalie que Françoise, sûre que sa maîtresse ne sortirait jamais plus, avait manigancé en secret quelque sortie que ma tante devait ignorer, celle-ci, la veille, faisait semblant de décider qu'elle essayerait le lendemain d'une promenade. A Françoise d'abord incrédule elle faisait non seulement préparer d'avance ses affaires, faire prendre l'air à celles qui étaient depuis longtemps enfermées, mais même commander la voiture, régler à un quart d'heure près tous les détails de la journée. Ce n'était que quand Françoise, convaincue ou du moins ébranlée, avait été forcée d'avouer à ma tante les projets qu'elle-même avait formés, que celle-ci renonçait publiquement aux siens pour ne pas, disait-elle, entraver ceux de Françoise. De même, pour qu'Albertine ne pût pas croire que j'exagérais et pour la faire aller le plus loin possible dans l'idée que nous nous quittions, tirant moi-même les déductions de ce que je venais d'avancer, je m'étais mis à anticiper le temps qui allait commencer le lendemain et qui durerait toujours, le temps où nous serions séparés, adressant à Albertine les mêmes recommandations que si nous n'allions pas nous réconcilier tout à l'heure. Comme les généraux qui jugent que pour qu'une feinte réussisse à tromper l'ennemi, il faut la pousser à fond, j'avais engagé dans celle-ci presque autant de mes forces de sensibilité que si elle avait été véritable. Cette scène de séparation fictive finissait par me faire presque autant de chagrin que si elle avait été réelle, peut-être parce qu'un des deux acteurs, Albertine, en la croyant telle, ajoutait pour l'autre à l'illusion. On vivait un au jour le jour, qui, même pénible, restait supportable, retenu dans le terre à terre par le lest de l'habitude et par cette certitude que le lendemain, dût-il être cruel, contiendrait la présence de l'être auquel on tient. Et puis voici que follement je détruisais toute cette pesante vie. Je ne la détruisais, il est vrai, que d'une façon fictive, mais cela suffisait pour me désoler; peut-être parce que les paroles tristes que l'on prononce, même mensongèrement, portent en elles leur tristesse et nous l'injectent profondément; peut-être parce qu'on sait qu'en simulant des adieux on évoque par anticipation une heure qui viendra fatalement plus tard; puis l'on n'est pas bien assuré qu'on ne vient pas de déclencher le mécanisme que la fera sonner. Dans tout bluff il y a, si petite qu'elle soit, une part d'incertitude sur ce que va faire celui qu'on trompe. Si cette comédie de séparation allait aboutir à une séparation! On ne peut en envisager la possibilité, même invraisemblable, sans un serrement de cœur. On est doublement anxieux, car la séparation se produirait alors au moment où elle serait insupportable, où on vient d'avoir de la souffrance par la femme qui vous quitterait avant de vous avoir guéri, au moins apaisé. Enfin, nous n'avons même plus le point d'appui de l'habitude, sur laquelle nous nous reposons, même dans le chagrin. Nous venons volontairement de nous en priver, nous avons donné à la journée présente une importance exceptionnelle, nous l'avons détachée des journées contigües; elle flotte sans racines comme un jour de départ; notre imagination, cessant d'être paralysée par l'habitude, s'est éveillée; nous avons soudain adjoint à notre amour quotidien des rêveries sentimentales qui le grandissent énormement, nos rendent indispensable une présence sur laquelle, justement, nous ne sommes plus absolument certains de pouvoir compter. Sans doute, c'est justment afin d'assurer pour l'avenir cette présence, que nous nous sommes livrés au jeu de pouvoir nous en passer. Mais ce jeu, nous y avons été pris nous même, nous avons recommencé à souffrir parce que nous avons fait quelque chose de nouveau, d'inaccoutumé, et qui se trouve ressembler ainsi à ces cures qui doivent guérir plus tard le mal dont on souffre, mais dont les premiers effets sont de l'aggraver.

J'avais les larmes aux yeux, comme ceux qui, seuls dans leur chambre, imaginant selon les détours capricieux de leur rêverie la mort d'un être qu'ils aiment, se représentent si minutieusement la douleur qu'ils auraient, qu'ils finissent par l'éprouver. Ainsi, en multipliant les recommandations à Albertine sur la conduite qu'elle aurait à tenir à mon égard quand nous allions être séparés, il me semblait que j'avais presque autant de chagrin que si nous n'avions pas dû nous réconciler tout à l'heure. Et puis étais-je si sûr de le pouvoir, de faire revenir Albertine à l'idée de la vie commune, et, si j'y réussissais pour ce soir, que, chez elle, l'état d'esprit que cette scène avait dissipé ne renaîtrait pas? Je me sentais, mais ne me croyais pas, maître de l'avenir, parce que je comprenais que cette sensation venait seulement de ce qu'il n'existait pas encore et qu'ainsi je n'étais pas accablé de sa necessité. Enfin, tout en mentant, je mettais peut-être dans mes paroles plus de vérité que je ne croyais. Je venais d'en avoir un exemple, quand j'avais dit à Albertine que je l'oublierais vite; c'était ce qui m'était en effet arrivé avec Gilberte, que je m'abstenais maintenant d'aller voir pour éviter, non pas une souffrance, mais une corvée. Et certes, j'avais souffert en écrivant à Gilberte que je ne la verrais plus. Or, je n'allais que de temps en temps chez Gilberte. Toutes les heures d'Albertine m'appartenaient. Et en amour, il est plus facile de renoncer à un sentiment que de perdre une habitude. Mais tant de paroles douloureuses concernant notre séparation, si la force de les prononcer m'était donnée parce que je les savais mensongères, en revanche elles étaient sincères dans la bouche d'Albertine quand je l'entendis s'écrier: "Ah! c'est promis, je ne vous reverrai jamais. Tout plutôt que de vous voir pleurer comme cela, mon chéri. Je ne veux pas vous faire de chagrin, Puisqu'il le faut, on ne se verra plus." Elles étaient sincères, ce qu'elles n'eussent pu être de ma part, parce que, comme Albertine n'avait pour moi que de l'amitié, d'une part le renoncement qu'elles promettaient lui coûtait moins; d'autre part, que mes larmes, qui eussent été si peu de chose dans un grand amour, lui paraissaient presque extraordinaires et la bouleversaient, transposées dans le domaine de cette amitié où elle restait, de cette amitié plus grande que la mienne, à ce qu'elle venait de dire, —à ce qu'elle venait de dire parce que dans une séparation, c'est celui qui n'aime pas d'amour qui dit les choses tendres, l'amour ne s'exprimant pas directement, —à ce qu'elle venait de dire, et qui n'était peut-être pas out à fait inexact, car les mille bontés de l'amour peuvent finir par éveiller chez l'être qui l'inspire et ne l'éprouve pas, une affection, une reconnaissance, moins égoïstes que le sentiment qui les a provoquées, et qui, peut-être, après des années de séparation, quand il ne resterait rien de lui chez l'ancient amant, subsisteraient toujours chez l'aimée.

 


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Noche de Reyes

Noche de Reyes

lunes, 20 de mayo de 2024

Jorge Usón - Premios Max

 

Por debajo del mantel

Un episodio de homosexualidad paranoica u obsesiva procedente de En busca del tiempo perdido de Proust, una escena de esas lesbianas ("gomorritas") que atormentan a Marcel. 


Les gomorrhéennes sont à la fois assez rares et assez nombreuses pour que, dans quelque foule que ce soit, l'une ne passe pas inaperçue aux yeux de l'autre. Dès lors le ralliement est facile.

Je me souvins avec horreur d'un soir qui à l'époque m'avait seuleemnt semblé ridicule. AUn de mes amis m'avait invité à dîner au restaurant avec sa maîtresse et un autre de ses amis qui avait aussi amené la sienne. Elles ne furent pas longues à se comprendre, mais si impatientes de se posséder que dès le potage les pieds se cherchaient, trouvant souvent le mien. Bientôt les jambes s'entrelacèrent. Mes deux amis ne voyaient rien, j'étais au supplice. Une des deux femmes, qui n'y pouvait tenir, se mit sous la table, disant qu'elle avait laissé tomber quelque chose. Puis l'une eut la migraine et demanda à monter au lavabo. L'autre s'aperçut qu'il était l'heure d'aller rejoindre une amie au théâtre. Finalement je restai seul avec mes deux amis, qui ne se doutaient de rien. La migraineuse redescendit, mais demanda à rentrer seule attendre son amant chez lui afin de prendre un peu d'antipyrine. Elles devinrent très amies, se promenaient ensemble, l'une habillée en homme et qui levait les petites filles et les ramenait chez l'autre, les initiait. L'autre avait un petit garçon, dont elle faisait semblant d'être mécontente, et le faisait corriger par son amie, qui n'y allait pas de main morte. On peut dire qu'il n'y a pas de lieu, si public qu'il fût, o+u elles ne fissent ce que est le plus secret.


Esto viene de La Prisonnière (Le Livre de Poche Classique, 374-5)



La Fenomenología del Espíritu —en Retrospection

 

Introduction to Theatre and Drama Arts

Retropost, 2014:





Robert Bradley, "Introduction to Theatre and Drama Arts: Lecture 1 – Introduction." YouTube (Missouri State University) 8 Feb. 2013.
    http://youtu.be/_ELP95UxEmQ

Theatre 101 aims to answer several questions, the most important of which is, "what is the nature of the theatre experience?" Why do people do theatre? What do they hope to accomplish? What is the relationship between the performers and the audience? How has the relationship between theatre and society developed throughout history from the early theatres of democratic Athens to the contemporary mega-musical? The course looks at drama and theatre arts as art, literature, business, and entertainment, and it examines the creative processes of theatre -- writing, design, directing, and acting -- which move from idea to script to performance. Because theatre, by its very nature, is interactive and interdisciplinary, this course encourages students to develop their own imaginations and to be open-minded in their responses to the theatre experience. It encourages considered, critical evaluation of difficult or challenging material and asks students to develop their capacity for interpretation, evaluation, and cultural understanding.

LECTURE 2: INTERVIEW WITH MICHAEL MAULDIN



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viernes, 17 de mayo de 2024

Sobre Una Obra de Arte

 Sobre Una Obra de Arte https://personal.unizar.es/garciala/publicaciones/sobreunaobra.pdf

Cartografía narrativa

 Retropost, 2014:

En el volumen 6.10 de esta revista de la red de ciencia cognitiva publiqué un artículo—y también ahora en el 6.11. Esta vez sobre la noción de cartografía narrativa, relacionada con la cuestión del anclaje narrativo que he tratado en otras ocasiones. A cuenta de una obra de Bernard Shaw.




Too True to Be Good: Cartografía Narrativa

http://papers.ssrn.com/abstract=2430221

Resumen: Comentaremos en este artículo la obra de George Bernard Shaw "Too True to Be Good" (1931) como modelo de cartografía narrativa, y especificaremos algo más esta noción conceptual desarrollada con vistas al análisis narrativo en un marco consiliente. La noción de consiliencia ha sido desarrollada recientemente por E. O. Wilson en "Consilience" (1998) y ofrece un marco científico deseable, por las razones que allí se exponen, al que remitir las investigaciones de los fenómenos culturales. El presente artículo pretende contribuir al estudio de las estructuras narrativas desde una perspectiva consiliente.

Too True to Be Good: Narrative Mapping

Abstract: This paper comments George Bernard Shaw's drama "Too True to Be Good" (1931) as a paradigm of narrative mapping, and further specifies this conceptual tool, developed for narrative analysis within a consilient framework. The notion of consilience recently propounded by E. O. Wilson in "Consilience" (1998) provides a valuable scientific paradigm for research into cultural phenomena. This paper is a contribution towards a consilient perspective on narrative structures.

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Aparece o aparecerá además en estas otras revistas electrónicas del SSRN (Date posted: April 30, 2014)

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jueves, 16 de mayo de 2024

The Masque Inside the Play in Shakespeare

 

From Agnes Latham's introduction to her Arden edition of As You Like It (1975):



The Masque of Hymen has been no better received than the rest of Shakespeare's masques, Jupiter on his eagle and the chanting ancestors in Cymbeline, the wedding masque in The Tempest, and Queen Catherine's vision of angels in Henry VIII, which have not in the past been popular with editors and are often suspected of being by another hand than Shakespeare's. 'The foolery of masques', says Capell, 'was predominant: and the torrent of fashion bore down Shakespeare' (Notes, I, p. 69). Grant White doubts that Hymen's part is by Shakespeare, especially the song. 'There is', says Dover Wilson, 'no dramatic necessity for this masque-business; the appearance of Hymen is completely unexpected, seeing that we have been led to anticipate a magician (4.2.58-68; 5.4.31-4). Hymen's words, whether spoken or sung, do not seem to us in the least Shakespearian; and they might all be omitted without loss to the context.' He agrees with Capell that the popularity of masques as a court entertainment under James I accounts for what he takes to be an interpretation, and compares the rhyming couplets 'in their obscurity and tortousness' with similar couplets in Measure for Measure, which he considers to be of similarly doubtful authenticity. (1) 

 

It is generally agreed that the masques in the late plays of Shakespeare are related to the masque form in the seventeenth century. But even early plays show a tendency to some kind of formalism at the conclusion. Not obviously a masque, yet serving a similar purpose, is the scene at the end of A Midsummer Night's Dream, in which the fairies bless the sleeping house, and Puck falls into rhymed couplets, with 'Now the hungry lion roars'. An extremely slight but telling instance of more than human power being called upon to achieve a comedy dénouement is the sudden appearance of the Abbess at the end of The Comedy of Errors. A riot of marrying and giving in marriage is the usual end of a Shakespearian comedy. What is important from the point of view of the masque ending is the tendency to present this with a certain formality, to give it a sacramental or symbolic value. It is notable that Wilson Knight, whose reading of Shakespeare's plays is largely in terms of symbolism, is an ardent defender of the authenticity of the masques.

The unique character of the masque, as a literary form, lies in its power to show human life momentarily as an ideal tableau, which dissolves when the compliment to the guest of honour is spoken and the masquers leave the stage for the dance floor, entering ordinary life again. Thus the Lady, in Comus, changes from the champion of virtue, putting by the magic cup, to Lady Alice Egerton presented to her parents. This is an effect that a stage play cannot hope wholly to achieve, since in a play the actors must remain actors. They cannot mingle with the audience and reveal themselves as creatures of like kind. If at the end they abandon their roles, they are still professionals, in undress.

On the stage a masque has the function of a play-within-a-play. Its heightened illusion makes the rest of the play seem momentarily more real. The emphasis on reality is particularly important at the end, when Shakespeare is anxious to clarify the relation of his fable to life as it is lived. It is, as in the masque, a two-way traffic. We must see that the fiction, though it is only a fiction, has something to do with fact, and at the same time see that fact can be illuminated by the fiction. The happy ending is more than superficial entertainment, more than wishful thinking; it is a vision of an inward truth. It is implicit in the epithet 'romantic' applied to Shakespeare, and it is present in its most concentrated shape in the four plays that are specifically called 'romances'. The nearer the story comes to fairy tale, the deeper the intuitive truth it conveys. At the moment when the masque formalizes it we become aware of two things simultaneously, that life is and is not like that.

The effect can be best tested in performance, which is as it should be, for a masque is very emphatically something to be seen, not something to be read. The 'still music', the mysterious appearance of the robed and crowned Hymen, presenting Rosalind to her father and her lover, provide a serene and solemn moment, after which everyone can join in the ordinary rejoicing that accompanies an ordinary wedding. As for the magician-uncle, who is present as a minor plot device in the source book, he paves the way for a promised resolution which it seems only magic can achieve, just as Paulina, in The Winter's Tale, affects to call Hermione's statue to life by a 'spell', while protesting it is 'lawful' and that she is not 'assisted / By wicked powers' (v. iii. 105 and 90-1). The appearance of Hymen, even if he is demonstrably attendant lord or a singing-boy, provided with a torch and a wreath, is a kind of magic and an appropriate one, in that he is no major god from a machine, no intrusive pagan deity, and not to be though of by modern readers as any sort of panomime fairy activating a mechanical happy ending. He is merely a 'presenter', a familiar personification, who must have presided over innumberable homemade wedding masques within the period. His business is to make manifest a daily mystery, in which unity and harmony bring happiness and increase.

Readers who reject Shakespearian masques are probably unsympathetic to the masque form as such. They see it as something frivolous, idle and unreal. When it is allied, as it often is, with Shakespearian doggerel, it becomes doubly distasteful, because they don't like doggerel either. Shakespeare did. He habitually uses it, or someting very like it, especially in the form of four-stress couplets, when he is handling the preterhuman, the fairies in A Midsummer Night's Dream, the witches in Macbeth. Couplets are the language of prophecy and of gnomic statement hen the Duke uses them in Measure for Measure. They explicate the contents of the caskets in The Merchant of Venice. A high polish would be inappropriate in lines addressed to an unsophisticated level of understanding. They are heavily stressed and the rhymes fall heavily. At times they are riddling and oracular, compressed to the point of obscurity. Nothing could be further from natural speech. That is their purpose. They range from Puck's jingles, to which nobody has ever objected as unworthy of Shakespeare, to the clear inhuman bell notes of The Phoenix and the Turtle. Hymen's lines fall somewhere between. They are a conjuration. They put a spell on the assembled company, establish the atmosphere of reconciliation in which the play ends, and call up Rosalind in her true shape.


Then is there mirth in heaven,
When earthly things made even
Atone together.



(1) On these couplets see J. W. Lever's note in the New Arden meas., at III.ii. 254. He accepts them as 'a sententious finale to an act full of surprises . . . a much-needed point of rest'.




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Conciencia

 Conciencia (A Bibliography): https://bibliojagl.blogspot.com/2024/05/conciencia.html

miércoles, 15 de mayo de 2024

Explicación de la moda, y de la moda femenina

Retropost, 2014:

La Teoría de la Clase Ociosa de Thorstein Veblen es una semiótica social avant la lettre, y una teoría materialista de la distinción social y del valor simbólico avant Bourdieu. Para Veblen, la moda y sus cambios se explican con la teoría del derroche ostentoso. En la sociedad nada tiene un sentido literal, sino que es un símbolo de la posición social del sujeto. 

Es decir, la moda nada tiene que ver con lo bonito o lo práctico (eso son consideraciones secundarias, o a veces efectos colaterales), sino que su finalidad es dar una imagen social adecuada del portador. "Así, no es en modo alguno infrecuente que, en un clima inclemente, la gente no vaya suficientemente abrigada con el fin de aparecer bien vestida." —Y al contrario también, ni digamos los abrigos y ropajes adicionales innecesarios o molestos que se llevan por bien quedar. 

Pero la ostentación no funciona de manera simplona y directa, sino que está mediada por las leyes estéticas y las normas de decoro social que resultan de ella. Resulta de ello que la moda es el efecto de un juego de signos, es un fenómeno intertextual podríamos decir (Veblen tiene su lado semiótico). Esta mediación compleja también nos lleva a separar los aspectos conscientes del comportamiento, por una parte, de sus determinantes inconscientes por otra:

"Esta necesidad espiritual del vestido no es totalmente, ni siquiera principalmente, una ingenua propensión a hacer exhibiciones de gasto. La ley del derroche ostensible guía el consumo de prendas de vestir—así como de otras cosas—al configurar los cánones del gusto y el decoro. En la mayoría de los casos, el motivo consciente del portador o comprador de atavíos ostensiblemente costosos es la necesidad de ajustarse al uso establecido y de vivir con arreglo a los niveles acreditados de gasto y prestigio. No es sólo que deba uno guiarse por lo que se considera la vestimenta adecuada para evitarse la mortificación que resulta de los comentarios y observaciones desfavorables, aunque ese motivo cuenta ya mucho por sí mismo; es que, además, la exigencia del costo elevado está tan profundamente arraigada en nuestros hábitos mentales en materia de vestido que cualquier cosa que no sea un atavío caro nos resulta instintivamente odiosa. Sin reflexión ni análisis, sentimos que lo que no es caro es indigno. 'Un traje barato hace a un hombre barato'. Se reconoce que la máxima 'barato y asqueroso' sigue siendo verdadera cuando se aplica al vestido, todavía con menos atenuaciones que en otras líneas de consumo." (179-80)


Pero el vestido ha de obedecer también a la ley de la ostentación de la inutilidad, y demostrar que su portador trabaja poco o nada: "Si, además de mostrar que el usuario puede permitirse consumir a placer y antieconómicamente, puede también mostrarse con ello que dicho usuario o usuaria no tiene la necesidad de ganarse la vida, la prueba de su valor social se eleva en grado muy considerable."—Y de allí se derivan las normas del gusto y la elegancia; "El vestido tiene que ser, no sólo ostensiblemente caro e inconveniente; tiene que ser también de última moda." 

Veblen encuentra aquí una explicación del fenómeno de la moda, de sus cambios, y de sus tendencias con frecuencia absurdas, pues "En la práctica, la norma del derroche ostensible es incompatible con la exigencia de que el vestido sea bello o que siente bien. Y este antagonismo ofrece una explicación de ese cambio incesante de la moda, que ni el canon de lo costoso ni el de la belleza pueden explicar por sí solos".

"Que la supuesta belleza o 'encanto' de los estilos en boga en un momento dado es algo puramente transitorio y espurio queda atestiguado por el hecho de que ninguna de las muchas modas cambiantes logrará superar la prueba del tiempo. Cuando es mirada a una distancia de media docena de años o más, la mejor de nuestras modas nos resulta grotesca, si no rematadamente fea. Nuestro transitorio apego por cualquier cosa que sea el último grito se basa en fundamentos que no son de carácter estético y dura sólo hasta que nuestro sentido estético permanente ha tenido tiempo para afirmarse y repudiar ese último artilugio indigestible.
    El proceso requerido para desarrollar una náusea estética lleva más o menos tiempo; en cada caso, el lapso de tiempo requerido es inversamente proporcional al grado en que el estilo en cuestión resulta odioso. Esa relación de tiempo entre lo odioso de una moda y su inestabilidad nos ofrece un fundamento para la inferencia de que cuanto más rápidamente se suceden los estilos y son desplazados por otros, tanto más ofensivos son para un gusto bien fundado. Lo que se presume, por tanto, es que cuanto más lejos llega la comunidad—y en especial las clases más ricas de la misma—en lo referente a capital y movilidad y al ámbito de su contacto humano, con tanta más fuerza se erigirá la ley del derroche ostensible en materia de vestido, y tanto más tenderá el sentido de la belleza a quedar en suspenso o a ser superado por el canon de la reputación pecuniaria, tanto más rápidamente se mudarán y cambiarán las modas, y tanto más grotescos e intolerables resultarán los diversos estilos que sucesivamente lleguen a estar en boga.
    Queda por comentar al menos un punto en esta teoría del vestido. La mayor parte de lo que se ha dicho se refiere al atuendo del varón así como al de la mujer, si bien en tiempos recientes se aplica con más fuerza al de la mujer, en todos los detalles. Pero hay un punto en el que el vestido de las mujeres difiere sustancialmente del de los hombres. Es obvio que en el vestido de una mujer hay una mayor insistencia en esas características que atestiguan que la persona que lo lleva está exenta o es incapaz de realizar cualquier trabajo vulgarmente productivo. Esta peculiaridad del atuendo femenino es de interés, no sólo como complemento a la teoría del vestido, sino también como confirmación de lo que ya se ha dicho acerca del status económico  de las mujeres tanto en el pasado como en el presente." 
 
(Teoría de la Clase Ociosa, 1899) -  (Alianza, 2011, 187-88)




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Contrapuntos | Albert Boadella

Sobre mundos paralelos

 Sobre mundos paralelos: https://www.academia.edu/49280874/

Ancient Voices: Tracking the First Americans

Ancient Voices: Tracking the First Americans https://vanityfea.blogspot.com/2014/05/los-aborigenes-americanos.html

martes, 14 de mayo de 2024

Eficacia adaptativa del autoengaño en el altruismo

Retropost, 2014:

Un comentario de Ellen Spolsky en la Narrative-L:

Robert H. Frank, Passions within Reason: The Strategic Role of the Emotions  (New York: Norton, 1988) argues that "really" wanting to help others is the best way to convince others of your altruism and thus to provoke their reciprocal cooperation.  The earlier Alexander-Trivers hypothesis, summarized by Nesse and Lloyd in Jerome H. Barkow, Leda Cosmides, and John Tooby, The Adapted Mind: Evolutionary Psychology and the Generation of Culture  (Oxford: Oxford University Press, 1992): 603ff, describes the basis on which the most successful behavior is said to result from self-delusion.  

I send this along in support of Fear's admonition that lying is complicated, because it often works, and because we need it to work. Sometimes. 


Traduzco— en Pasiones razonables: El papel estratégico de las emociones (Nueva York: Norton, 1988) arguye que el querer ayudar a los otros "de verdad" es la mejor manera de convencerles de tu altruisimo, y de provocar así que recíprocamente cooperen con nosotros. La hipótesis previa de Alexander-Trivers, resumida por Nesse y Lloyd en La Mente Adaptada: La psicología evolucionista y la generación de la cultura, ed. Jerome H. Barkow, Leda Cosmides y John Tooby (Oxford: Oxford UP, 1992), 603ss., describe la base sobre la cual se dice que el comportamiento más exitoso resulta del autoengaño. 
Envío esto en apoyo de la admonición de Fear al efecto de que la mentira es complicada, porque a menudo funciona, y porque necesitamos que funcione. A veces.

William Fear mandaba este mensaje:

First, as a psychologist, I would advise extreme caution about any truth claims made in psychology about a) lying and b) being able to detect a lie.  A good psychologist will begin with the definition of a lie and once you get into the psychology of lying you know that defining a lie is extremely difficult if at all possible.  Others will beg to differ but I hold fast to my ground.
I happily, however, strongly recommend the following great read

("Truth, Lies and Bullshit: distinguishing classes of dishonesty", by Martin Caminada)

http://homepages.abdn.ac.uk/martin.caminada/pages/publications/dishonesty.pdf

As a final word, if you want to really get into the issues of lying & psychology then you need to look at the interrogation literature.  Much of the US interrogation techniques literature is now declassified and can be found online.

 
Volviendo a Spolsky—la idea central es que hasta la cooperación sincera y "desinteresada" es interesada, pues busca alianzas sociales, o reciprocidad; el altruismo es adaptativo en un ser social inteligente como el hombre precisamente porque integra al individuo y refuerza los lazos sociales. También se desprende del razonamiento que la "sinceridad" o creencias de un individuo sobre sus motivaciones son sólo la nata de la psicología—y que por razones distintas de las que pensaba Freud, nuestras motivaciones no son transparentes para nosotros mismos, nuestra consciencia sobre ellas es una superestructura o una ilusión. Un autoengaño, también, si se quiere. Pero un autoengaño que cumple una función. Muchas veces se hacen críticas superficiales a la religión, por ejemplo—que si es falsa, que si la gente no la cree en realidad, o finge creerla.... Pero la religión es un mecanismo de cohesión social que precisamente al proponer falsedades que invitan al autoengaño, promueve este tipo de socialidad integrativa y recíproca. Quien dice religión dice también otro tipo de ideales sociales—la pasión que le echa la gente al fútbol, pongamos, u otros fenómenos parecidos, claro que el fútbol ya cuenta prácticamente como religión.

También la sinceridad en las relaciones personales se apunta aquí como una construcción, una construcción destinada a construir sobre ella una mutualidad y una cooperación. Por eso es adaptativo el autoengaño: como somos buenos detectando mentiras, es mejor convencerse de que, o no estamos mintiendo, para pasarlas mejor, o no estamos detectando mentiras, si conviene mantener la alianza social. Por eso se produce ese otro fenómeno de que el desvelamiento de una mentira lleva al desvelamiento de muchas más—probablemente iban en cadena no sólo los engaños, sino también los autoengaños que impedían detectarlos y mantener una relación mutua de cooperación altruista.



 
 
 
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Noche de Reyes

 

Noche de Reyes

Mi último artículo sobre Marlowe

Retropost, 2014: Mi último artículo sobre Marlowe https://vanityfea.blogspot.com/2014/05/mi-ultimo-articulo-sobre-marlowe.html

sábado, 11 de mayo de 2024

(Не)определение реальности

 (Не)определение реальности: изменение рамок восприятия и спор за контролирующую перспективу https://www.academia.edu/32313018/

domingo, 5 de mayo de 2024

Monsieur Verdoux: Notas sobre un caso ambiguo

 

_____. "Monsieur Verdoux: Notas sobre un caso ambiguo." Net Sight de José Angel García Landa 4 Jan. 2024.*

https://personal.unizar.es/garciala/publicaciones/verdoux.pdf

         2024

sábado, 4 de mayo de 2024

Perros y gatos en la clase ociosa

 Retropost, 2014:

Para Thorstein Veblen (Teoría de la clase ociosa), el principio de diferenciación de clases sociales mediante señales de derroche ostentoso rige la realidad económica y la vida social. 
 
Todo sirve para la comparación odiosa: el ocio y el derroche se valoran, el trabajo y lo útil se consideran deshonrosos y cosa de pobre gente. El principio de la ostentación despilfarradora organiza las costumbres y modales, las nociones de lo honorable y deshonorable, los gustos de la moda, lo que consideramos bonito y feo, y se aplica hasta a los perros y gatos. Nada se rige sin más por su mérito o valor de uso—antes bien pasa por el filtro de las apariencias y por el teatro de la ostentación social:

En el caso de los animales domésticos que son honorables y se consideran hermosos, hay una base subsidiaria de mérito de la cual debe hablarse. Aparte de los pájaros que pertenecen a la clave honorable de animales domésticos y que deben su lugar en esta clase exclusivamente a su carácter no lucrativo, los animales que merecen particular atención son los perros, los gatos y los caballos de carreras. El gato es menos prestigioso que los otros dos animales que acabamos de mencionar, porque derrocha menos; hasta puede ocurrir que sirva para algún fin útil. Al mismo tiempo, el temperamento del gato no le hace idóneo para un propósito honorífico. Vive con el hombre en un régimen de igualdad; no tiene noticia de esa relación de status que es la antigua base de toda jerarquía de valores, honor y reputación, y no se presta fácilmente a ser objeto de una comparación odiosa entre su propietario y los vecinos de éste. La excepción a esta regla tiene lugar cuando se trata de productos tan escasos y exóticos como el gato de Angora, el cual tiene un cierto valor de honorabilidad que está basado en su alto costo, circunstancia que le da un derecho especial a ser considerado bello por razones pecuniarias.

El perro tiene ventajas tanto por su falta de utilidad como por ciertos rasgos especiales de su temperamento. En un sentido eminente, se dice de él que es el amigo del hombre, y se alaban su inteligencia y su lealtad. Lo que esto significa es que el perro es el siervo del hombre y que posee el don de la ciega obediencia y la prontitud del esclavo a la hora de averiguar cuáles son los deseos del amo. Junto con estas características que le capacitan bien para la relación de status—características que, para lo que aquí nos ocupa, vamos a calificar de útiles—el perro tiene algunas otras de valor estético más equívoco. El perro es, en lo que se refiere a su persona, el más sucio de los animales domésticos y el de hábitos más molestos. Esto lo compensa con una actitud servil y aduladora hacia su amo y una gran inclinación a dañar y fastidiar a todos los demás. Así pues, el perro se recomienda a nuestro favor porque nos permite ejercer nuestra inclinación al mando, y como es también un artículo costoso y no sirve por lo común ningún propósito de tipo industrial, ocupa en el concepto del hombre un lugar firme en cuanto objeto de prestigio. Al mismo tiempo, el perro se asocia en nuestra imaginación con la caza—ocupación meritoria y expresión del impulso depredador honorable.

Afincado en este terreno ventajoso, cualquier belleza de forma y movimiento y cualquiera de los rasgos mentales encomiables que pueda poseer son convencionalmente reconocidos y magnificados. Y hasta aquellas variedades de perro que por una serie de cruces han llegado a adquirir una deformación grotesca, se consideran bellas, y de buena fe, por muchos entusiastas de los perros. Estas variedades de perro—y lo mismo puede decirse de otros animales de fantasía—son clasificadas y jerarquizadas en lo concerniente a su valor estético en proporción a lo grotescas que puedan ser y al grado de inestabilidad que su deformidad particular pueda asumir en cada caso. Para el propósito que ahora nos ocupa, esa utilidad diferencial basada en lo grotesco e inestable de la estructura es reducible a términos de una mayor escasez y del gasto consiguiente. El valor comercial de las monstruosidades caninas, tales como los estilos dominantes de perros favoritos tanto para uso de caballeros como para el de damas, se basa en su alto costo de producción; y el valor que ofrecen para sus propietarios consiste, sobre todo, en su utilidad como artículos de consumo ostensible. Indirectamente, como reflejo de su costo honorable, se les imputa un valor social; y así, mediante una fácil sustitución de palabras e ideas, llegan a ser admirados y estimados como bellos. Y como cualquier cuidado que pueda prestarse a estos animales no es ni ganancioso ni útil, también es por ello mismo prestigioso; y como el hábito de cuidarlos no es, consecuentemente, censurable, puede llegar a convertirse en un afecto habitual de gran tenacidad y del más benévolo carácter. De manera que en el afecto concedido a los animales favoritos se encuentra presente, de forma más o menos remota, el canon de lo costoso como norma que guía el sentimiento y la selección del objeto. Lo mismo puede decirse, como se echará de ver en seguida, respecto al afecto por las personas, si bien la forma con que la norma actúa en este caso es algo diferente.



 

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Chicago en Biescas

 

Veblen y la teatralidad

 

Veblen y la teatralidad https://www.academia.edu/32224204/

miércoles, 1 de mayo de 2024

El Encierro, Retiro y Meditación de Pedro Sánchez

 El Encierro, Retiro y Meditación de Sánchez, según Shakespeare: https://youtu.be/k5yWtw0LHMY?si=2odEbwcZiCi7XBJ7&t=3560

Ways and Means

 

A short play by Noël Coward:


 

 

(BBC doesn't want to show it worldwide... Sheesh. That's not what public broadcasting services used to be about. But anyway, here is an amateur company's version).

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