jueves, 29 de agosto de 2024

Glass Prospective

 Retropost, 2014:

La magia del teatro en Robert Greene. O: La televisión medieval en el drama isabelino.


Estoy leyendo una obra de teatro de Robert Greene, Friar Bacon and Friar Bungay, escrita hacia 1589. Fue el mayor éxito de Greene en el teatro—éste, uno de los llamados University Wits, pertenece a la generación inmediatamente anterior a Shakespeare, y es mayormente despreciado como escritor, sobre todo por haber tenido la pachorra de acusar a Shakespeare de advenedizo e imitador.  Es lo último que hizo, quizá, pues murió antes de que saliese publicada su diatriba, y ha sido suficientemente abucheado. Pero mirado con más distancia es llamativo lo mucho que pudo aprender Shakespeare sobre mímesis compleja y sobre dramaturgia de un autor tan despreciado como Greene. Esta obra incluye (como más tarde Doctor Faustus de Marlowe y La Tempestad de Shakespeare) escenas de magia, y me ha llamado la atención cómo puede usarse la magia en el teatro para lograr una teatralidad más compleja, con diversos mundos o marcos superpuestos en la misma escena.

La superposición de marcos puede darse de muchas maneras. El disfraz mismo es una manera de crear dos espacios virtuales (informacionales) distintos y superpuestos—y también Greene anticipa aquí a Shakespeare al introducir su propia versión del carnaval en escena—cuando disfrazan al bufón Rafe como el príncipe Eduardo y ocupa su lugar. Los cortesanos bromistas creen primero que van a engañar a alguien, y luego se conforman con que los profesores de Oxford finjan tratar al bufón como si fuese el príncipe: "WARREN I will, Master Doctor, and satisfy the vintner for his hurt; only I must desire you to imagine him [Rafe] all this forenoon the Prince of Wales. / MASON  I will, sir." De manera menos explícita, los disfraces de Lacy, que también le ocultan o desocultan parcialmente, tienen una dimensión metateatral.

La escena del espejo mágico de Bacon tiene sin embargo otro tipo de interés dramático—aparte de ser una de las primeras escenificaciones de la idea de la televisión. Crea dos espacios imaginariamente acotados en el escenario: la unidad de espacio del drama queda maltrecha y reducida al absurdo cuando se introduce la magia para superponer dos espacios distintos en una sola escena. Reproduzco la escena en cuestión, comentando sobre la marcha.

En esta escena el príncipe Eduardo habla con el fraile y mago Roger Bacon, en Oxford, y espía por televisión de circuito cerrado al emisario de Eduardo, Lacy, conde de Lincoln, que se encuentra en Fressingfield. Este ha sido enviado por Eduardo para cortejar en su nombre a una moza, pero se ha enamorado de ella él mismo, y está a punto de traicionar a su señor. No sabemos cómo se escenificaba el "glass prospective" de Bacon—probablemente era un falso espejo que enmarcaba a los personajes de Fressingfield, quizá en el habitáculo trasero de la escena. Pero podemos imaginarlo como queramos, como un televisor por ejemplo (—ya lo decía Alaska, "Es como un ordenador personal / Es la bola de cristal").

[Scene 6]

Bacon and Edward goes into the study.

BACON      Now, frolic Edward, welcome to my cell.
       Here tempers Friar Bacon many toys,
       And holds this place his consistory court,
       Wherein the devils plead homage to his words.
       Within this glass prospective thou shalt see
       This day what's done in merry Fressingfield
       'Twixt lovely Peggy and the Lincoln earl
EDWARD   Friar, thou glad'st me. Now shall Edward try
       How Lacy meaneth to his sovereign lord.
BACON      Stand there and look directly in the glass.

Enter Margaret and Friar Bungay [as if in the magic glass. They are visible to Edward but cannot be heard by him]

BACON      What sees my lord?
EDWARD   I see the Keeper's lovely lass appear,
       As brightsome as the paramoiur of Mars,
       Only attended by a jolly friar.
BACON      Sit still and keep the crystal in your eye.
MARGARET      But tell me, Friar Bungay, is it true
       That this fair courteous country swain,
       Who says his father is a farmer nigh,
       Can be Lord Lacy, Earl of Lincolnshire?
BUNGAY   Peggy, 'tis true. Tis Lacy, for my life—
       Or else mine art and cunning both do fail—
       Left by Prince Edward to procure his loves
       For he in green that holp you run your cheese
       Is son to Henry, and the Prince of Wales.
MARGARET   Be what he will, his lure is but for lust.
       But did Lord Lacy like poor Margaret,
       Or would he deign to wed a country lass,
       Friar, I would his humble handmaid be,
       And for great wealth quite him with courtesy.
BUNGAY      Why, Margaret, dost thou love him?
MARGARET   His personage, like the pride of vaunting Troy,
        Might well avouch to shadow Helen's scape.
        His wit is quick and ready in conceit
        As Greece afforded in her chiefest prime;
        Courteous—ah, Friar!—full of pleasing smiles.
        Trust me, I love too much to tell thee more.
        Suffice to me he is England's paramour.
BUNGAY      Hath not each eye that viewed thy pleasing face
       Surnamèd thee fair maid of Fressingfield?
MARGARET      Yes, Bungay, and would God the lovely earl
       Had that in
esse that so many sought!
BUNGAY   Fear not; the Friar will not be behind
       To show his cunning to entangle love.

Toda esta conversación entre Bungay y Margaret es vista pero no oída por Edward y Bacon. Eso lleva a Edward a malinterpretar los gestos de confianza e intimidad que pasan entre el fraile y la moza:

EDWARD [To Bacon]
I think the Friar courts the bonny wench!
       Bacon, methinks he is a lusty churl!

Sin embargo, el público ve y oye a la vez, con lo cual se coloca a un nivel perspectivístico superior al de Edward y Bacon. Bacon dispone de magia, pero la magia más potente es la que proporciona la realidad virtual del teatro. Se jerarquizan así las perspectivas de los personajes, con el público apenas un grado por debajo del autor—controlador (o de la compañía teatral, si se prefiere). Y en la escena suceden dos imposibilidades o superposiciones de realidades simultáneas, salvadas por la imaginación teatral: una, Bacon y Edward espían a Bungay y Margaret sin posibilidad de ser descubiertos. Es una manera de potenciar, o elevar a una dimensión superior, el recurso ya clásico del personaje que espía a otros desde detrás de una puerta, una cortina o una columna. Observemos que no hay sino una transición gradual en estas variedades de control informativo—y que en todas se potencia la convención teatral que genera la escena misma, la separación entre el público y los actores, multiplicada así sobre la escena, con actores-actores y actores espectadores reflejando la relación entre el público y el escenario. Son todos, por tanto, recursos reflexivos, y toda variación sobre ellos, como este espejo mágico, viene a ser también una reflexión sobre el teatro y sus convenciones. La primera de las imposibilidades aludidas es la relativa a la (tele)visión; la segunda es relativa a la audición: el público puede oír a Margaret y Bungay, pero a la vez capta, quizá con retraso y sorpresa retroactiva, que sus palabras son inaudibles para Bacon y Edward.

Hay pues una disociación doble entre la escena que se ve dentro del marco del espejo y la exterior—y es una disociación marcada por la perspectiva superior del público, que también está viendo (y oyendo) a Bacon y Edward a kilómetros de distancia, a siglos de distancia, y sin problemas de desfase entre vista y oído.  El teatro, o la imaginación si se prefiere, el teatro como potenciador de la imaginación, se pone en evidencia como el más potente sistema generador de realidad virtual, y de gestión de las perspectivas que ordenan el mundo y los marcos que lo organizan. Sigue la escena sin interrupción:

BACON   Now look, my lord.
   
    Enter Lacy [disguised in country garb, as before]

EDWARD    Gog's wounds, Bacon, here comes Lacy!
BACON      Sit still, my lord, and mark the comedy.

A lo antes dicho hay que matizar que la perspectiva de Bacon es más misteriosa y ambigua, y ciertamente superior a la de Edward—es un control de la escena más próximo al del dramaturgo, y eso lo acerca algo al papel de Prospero en The Tempest. Esta superioridad perspectivística viene connotada asimismo por su uso de terminología teatral para describir la situación en la que está ("mark the comedy"). Por este tipo de cosas se ha alabado mucho a Shakespeare—pero no a Greene.

BUNGAY      Here's Lacy. Margaret, step aside awhile.
          [They step aside and overhear Lacy in soliloquy]

Aquí la teatralidad se intensifica cuando los espiados se vuelven ellos mismos espías, y contemplan a Lacy en su soliloquio, mientras ellos son contemplados a su vez por Bacon y Bungay, y éstos por el público, cada uno en su plano interaccional correspondiente. Este tipo de situación la usara mucho Shakespeare, por ejemplo en Love's Labour's Lost.

LACY [to himself]   Daphne, the damsel that caught Phoebus fast,
    And locked him in the brigthness of her looks,
    Was not so beauteous in Apollo's eyes
    As is fair Margaret to the Lincoln earl.
    Recant thee, Lacy! Thou art put in trust.
    Edward thy sovereign hath chosen thee
    A secret friend to court her for himself,
    And darest thou wrong thy prince with treachery?


Aquí la disyuntiva que experimenta el personaje entre su fidelidad a su señor y el amor por Margaret se expresa plásticamente en el diálogo que entabla consigo mismo, dos roles o dos aspectos de su personalidad enfrentados. Tanto más teatro para los espectadores que se acaban de ocultar a espiarlo.

    Lacy, love makes no exception of a friend,
    Nor deems it of a prince but as a man.

La expresión también alude a la teatralidad de la vida cotidiana, a los roles interpretados—siendo el de príncipe irrelevante aquí para Lacy. Su propia teatralidad e identidad elegida se ajusta a la que interpreta está en juego entre el príncipe y Margaret.

    Honor bids thee control him in his lust.
    His wooing is not for to wed the girl,
    But to entrap her and beguile the lass.
    Lacy, thou lovest; then brook not such abuse,
    But wed her, and abide thy prince's frown;
    For better die than see her live disgraced.


Este debate interno es una herencia de los morality plays, donde un personaje decide su curso de acción aconsejado o tentado por encarnaciones de las virtudes o de los vicios. Así en Everyman, en The Castle of Perseverance, en Magnyfycence de Skelton, etc. En Doctor Faustus  de Marlowe aún se conservará prácticamente intacta esta psicomaquia teatralizada. En las morality plays veíamos la plasmación exteriorizada de la teatralidad interna precisamente para hacerla accesible o perceptible—aquí, esa teatralidad interna que había sido exteriorizada vuelve al interior, y es el propio personaje quien hace para sí mismo de ángel bueno y ángel malo—no tan distinguibles uno de otro, por lo demás—si bien se conservan en la retórica dramatizada huellas claras de ese paso necesario por la teatralidad exterior. Ahora los espectadores de la escena rompen en cierto modo su marco e invaden o interrumpen el espectáculo:

MARGARET   Come, Friar, I will shake him from his dumps.
                                        [She approaches Lacy]
    How cheer you, sir? A penny for your thought.
    You're early up; pray God it be the near.
    What, come from Beccles in a morn so soon?
LACY      Thus watchful are such men as live in love,
    Whose eyes brook broken slumbers for their sleep.
    I tell thee, Peggy, since last Harleston Fair,
    My mind hath felt a heap of passions.
MARGARET    A trusty man, that court it for your friend!
    Woo you still for the courtier all in green?
    I marvel that he sues not for himself.
LACY      Peggy, I pleaded first to get your grace for him
    But when mine eyes surveyed thy beauteous looks,
    Love, like a wag, straight dived into my heart,
    And there did shrine the idea of yourself.
    Pity me, though I be a farmer's son,
    And measure not my riches, but my love.


Como vemos, Lacy puede quitarse sólo medio disfraz, y con ello reorganizar la teatralidad de la escena de modo selectivo. (Claro que Bungay y Margaret saben más sobre Lacy de lo que él piensa, con lo cual su intento de control perspectivístico de la situación es más bien cómico, al situarlo en el último escalón de la jerarquía pero con ínfulas de dominio cognitivo). También Margaret y Bungay han desvelado su juego sólo a medias, pues es sólo Margaret la que sale de su escondrijo mientras Bungay sigue observando.

MARGARET   You are very hasty; for, to garden well,
    Seeds must have time to sprout before they spring.
    Love ought to creep as doth the dial's shade,
    For timely ripe is rotten too too soon.

BUNGAY [coming forward] Deus hic! Room for a merry friar!
    What, youth of Beccles, with the Keeper's lass?

Con el apelativo "Youth of Beccles" Bungay no sólo indica a Lacy que no lo ha reconocido en su verdadera identidad (indicación que sería algo redundante) sino que ante todo indica al públicio (y a Margaret, pues un tercero siempre es público en otra dimensión) que va a continuar en su papel imaginado por Lacy, el de un "fraile que desconoce la auténtica identidad de Lacy" aunque tanto Margaret como el público (y Bacon seguramente) conocen que la realidad es otra.

    'Tis well, but tell me, hear you any news?
MARGARET      No, Friar. What news?
BUNGAY   Hear you not how the pursuivants do post
    With proclamations thorugh each country town?
LACY   For what, gentle Friar? Tell the news.
BUNGAY      Dwell'st thou in Beccles and hears'st not of these news?

—Aquí Bungay usa taimadamente la mala conciencia de Lacy sobre su disfraz para reforzar la credibilidad de su propio engaño y disimular su perspectiva superior sobre la situación.
  
    Lacy, the Earl of Lincoln, is late fled
    From Windsor court, disguisèd like a swain,
    And lurks about the country here unknown.
    Henry suspects him of some treachery,
    And therefore doth proclaim in every way
    That who can take the Lincoln earl shall have
    Paid in the Exchequer twenty thousand crowns.
LACY    The Earl of Lincoln! Friar, thou art mad.
    It was some other; thou mistakest the man.
    The Earl of Lincon? Why, it cannot be.
MARGARET      Yes, very well, my lord, for you are he.
    The Keeper's daughter took you prisoner.
    Lord Lacy, yield. I'll be your jailer once.

Se produce el súbito desenmascaramiento, a pesar de la resistencia patética de Lacy, y éste se ve precipitado en un nuevo y súbito juego de máscaras por la broma de Margaret, que lo aprisiona en broma y lo abraza en serio, convertida en carcelera de la cárcel de amor.  El drama tiene también otro espectador, Edward, que no entendiendo la parte de broma, pues no oye lo que dicen, ve sólo un abrazo dado sin disimulo alguno:

EDWARD      How familiar they be, Bacon!
BACON      Sit still and mark the sequel of their loves.

Bacon insiste en mantener separados los planos de dentro del espejo y fuera del espejo, e insta a Edward a mantenerse en su papel de espectador. Pero Edward ansía salir también de su escondite e interrumpir la escena—sólo que aquí esto supondría un acto de magia que él no puede realizar, pues en cierto modo está más separado de Lacy y Margaret de lo que todos ellos lo están del público del Teatro. Sólo en cierto modo, claro, y la introducción de esta convención imaginativa añade una dimensión fenomenológica más a esta "magia del teatro" de Greene. 




LACY    Then am I double prisoner to thyself.

Aquí reconoce Lacy los disfraces y entra en el juego de la broma propuesto por Peggy, a la vez que se apresta a confesarle su amor también en su papel de conde—lo cual no está de más, dada la ambigua tetralidad de las identidades y sus diversos compromisos sociales.

   
Peggy, I yield. But are these news in jest?

MARGARET      In jest with you, but earnest unto me.
    Forwhy these wrongs do wring me at the heart.
    Ah, how these earls and noble men of birth
    Flatter and feign to forge poor women's ill
LACY      Believe me, lass, I am the Lincoln earl
    I not deny but, tirèd thus in rages
    I live disguised to win fair Peggy's love.

MARGARET      What love is there where wedding ends not love?
LACY      I meant, fair girl, to make thee Lacy's wife.
MARGARET      I little think that earls will stoop so low.
LACY      Say, shall I make thee countess ere I sleep?
MARGARET      Handmaid unto the Earl, so please himself;
    A wife in name, but servant in obedience.
LACY      The Lincoln countess, for it shall be so!
    I'll plight the bands and seal it with a kiss.
[They kiss]
EDWARD      Gog's wounds, Bacon, they kiss! I'll stab them.
                   [He threatens the magic glass with his sword.]
BACON      Oh, hold your hands, my lord! It is the glass.
EDWARD   Choler to see the the traitors 'gree so well
    Made me think the shadows substances.

Edward comete el error del espectador ingenuo o poco avezado, que no distingue las imágenes de la realidad, ni los niveles de representación unos de otros; en semiótica es un torpe, al contrario que Bacon. Al modo de Don Quijote destrozando el retablo de las maravillas de Ginés de Pasamonte, hubiera interrumpido bruscamente la función del interior del marco, de no ser porque la tecnología usada por Bacon no es teatral, sino televisiva.

Y ello nos puede llevar a un breve excurso sobre la naturaleza de la televisión. Su esencia queda bien patente aquí—al margen de la tecnología en concreto utilizaea por Bacon (ya sabemos que toda tecnología suficientemente compleja es indistinguible de la magia para el profano). La televisión está definida por la diferencia física entre la materialidad del signo y la del significado, mientras que en el teatro el signo (o el actor) es materialmente idéntico  al significado (o personaje) si bien conceptualmente distinto. Pero al margen de esa materialidad semiótica, vemos que los protocolos de uso de la televisión, la interaccionalidad, etc., no quedan agotados ni predefinidos por esa tecnología. Así, podrá haber televisión interactiva o no interactiva (la de Bacon no lo es, como tampoco lo es en principio la que tenemos en el salón). Y los protocolos de uso de la televisión (el ocultamiento del público, la teatralidad de lo televisado, etc.) habrán de definirse separadamente de esa tecnología, y en diálogo con ella. Así, podemos decir que Bacon no sólo ha inventado aquí la televisión, sino también la cámara oculta, el espionaje por televisión, pues Bungay, Lacy y Margaret no tienen ni idea de que están siendo objeto de esta observación. Y así hay muchas modalidades posibles del perspectivismo televisivo (aquí sólo vemos algunas de ellas) que han de definirse a nivel no ya tecnológico sino interaccional; el nombre "televisión" es un complejo mal analizado que cubre muchos protocolos comunicativos diferentes, desde Skype a la cámara del cajero automático o a Candid Camera, aparte de las muchas modalidades exploradas en la Caja Tonta. Las tecnologías nuevas posibilitan modalidades interaccionales pero ni las generan automáticamente, ni las agotan de entrada. Por ello, hay que seguir inventando la televisión constantemente, aunque en un arrebato de genio la haya inventado aquí Roger Bacon, o Robert Greene si se prefiere. También la empezó a inventar, por tanto, el que inventó el espacio teatral como espacio deslocalizado del de los espectadores.

BACON    'Twere a long poniard, my lord, to reach between
      Oxford and Fressingfield. But sit still and see more.

Me recuerda también, este amago de ruptura de marcos de Edward, una cosa que hacían algunos espectadores de televisión poco avezados ante the shock of the new. Mi tía Felisa, en el pueblo, conversaba a veces con la televisión, un poco para sí, pero interactuando a distancia con lo televisado. Cuando la presentadora despedía la programación y daba las buenas noches a los telespectadores (algo que ya no se hace, claro), mi tía le respondía "Buenas noches, maja". En realidad a un nivel todos interactuamos a distancia con lo televisado, es la idea misma de televisarlo o televerlo.

BUNGAY      Well, Lord of Lincoln, if your loves be knit,
    And that your tongues and thoughts do both agree,
    To avoid ensuing jars, I'll hamper up the match.
    I'll take my portace forth, and wed you here;
    Then go to bed and seal up your desires.
LACY   Friar, content.—Peggy, how like you this?
MARGARET   What likes my lord is pleasing unto me.
BUNGAY      Then hand-fast hand, and I will to my book.
BACON      What sees my lord now?
EDWARD     Bacon, I see the lovers hand in hand,
    The Friar ready with his portace there
    To wed them both. Then am I quite undone.
    Bacon, help now, if e'er thy magic served!
    Help, Bacon, stop the marriage now,
    If devils or necromancy may suffice,
    And I will give thee forty thousand crowns.   
BACON   Fear not, my lord, I'll stop the jolly friar
    For mumbling up his orisons this day.
                            [Bacon puts a spell on Bungay.]
LACY      Why speak'st not, Bungay? Friar, to thy book.
                      (Bungay is mute, crying 'Hud hud!')

Aquí vemos de nuevo cómo la magia posibilita tanto el establecer barreras invisibles, que acotan espacios diferentes, como el deshacerlas atravesando la cuarta pared, rompiendo el marco, y estableciendo una comunicación "imposible" entre esos espacios. Esa magia existe, en cierto modo: es la capacidad de la mente humana para acotar la realidad y diferenciarla en espacios de actuación donde se aplican normas de interpretación o de interacción diferenciadas: los marcos o frames de Goffman, que dan estructura a la realidad, y sin embargo pueden disolverse o atravesarse mediante una intervención en las mismas convenciones comunicativas que los mantienen. La magia de la escena es en Friar Bacon and Friar Bungay una manera de significar la magia de la escena, las convenciones teatrales, y a través de ellas la magia de la escena cotidiana, la estructura dramatúrgica de la realidad social, the social construction of reality.

MARGARET      How lookest thou, Friar, as a man distraught!
    Reft of thy senses? Bungay, show by signs,
    If thou be dumb, what passions holdeth thee.
LACY   He's dumb indeed. Bacon hath with his devils
    Enchanted him, or else some strange disease
    Or apoplexy hath possessed his lungs.
    But, Peggy, what he cannot with his book
    We'll 'twixt us both unite it up in heart.
MARGARET      Else let me die, my lord, a miscreant.

Curioso que Lacy intuye aquí la intervención a distancia de Bacon, como si de repente se supiese observado—una cierta ruptura de marco producida como respuesta a la intervención a distancia de Bacon. Vemos ahora, además, que lo de Bacon no es sólo una televisión, sino un sistema de control remoto a voluntad, una tecnología todavía más compleja que no entendemos. Magia, vamos.

EDWARD      Why stands Friar Bungay so amazed?
BACON      I have struck him dumb, my lord, and if Your Honor please
    I'll fetch this Bungay straight from Fressingfield,
    And he shall dine with us in Oxford here.
EDWARD      Bacon, do that, and thou contentest me.
LACY      Of courtesy, Margaret, let us lead the Firiar
    Unto thy father's lodge, to comfort him
    With broths to bring him from this hapless trance.


Caldito caliente contra la magia. Lacy está realmente desorientado.

MARGARET   Or else, my lord, we were passing unkind
    To leave the Friar so in his distress.
                                        Enter a devil, and carry Bungay on his back [and so exeunt]
    Oh, help, my lord! A devil, a devil, my lord!
    Look how he carrries Bungay on his back!
    Let's hence, for Bacon's spirits be abroad!
                                        Exeunt [Margaret and Lacy]

La magia de Bacon, de ser un secreto, ha pasado aquí a ser un fenómeno de todos conocido; puede invadir la sustancia de la realidad, y hacerla poco fiable, alterable. Ya no hay normalidad que valga, ni leyes naturales ni mundo fiable, cuando "Bacon's spirits be abroad!" Pero la realidad siempe es inestable, de hecho, si puede volverse inestable sin previo aviso. Con esta salida de escena de Margaret y Lacy se cierra el doble espacio teatral (y quizá la cortina del recinto del fondo del escenario). Así se restablece la estructura semiótica habitual del teatro: un espacio abierto en el seno de la realidad, pero que no tiene a su vez otro espacio abierto en su seno, un teatro dentro del teatro, convención que si bien será muy del gusto de Shakespeare en modalidades variadísimas, amenaza con marearnos mediante una regresión al infinito. Aquí se ha abierto provisionalmente un segundo espacio acotado por el espejo mágico de Bacon, y hemos visto parte de las posibilidades que se abren junto con ese espacio inestable. Ahora se ha cerrado, y puede concluir la escena en un plano de relativa solidez:

EDWARD   Bacon, I laugh to see the jolly friar
    Mounted upon the devil, and how the Earl
    Flees with his bonny lass for fear!

Aquí Eduardo es el espectador modelo, disfrutando un poco con bufonadas un tanto satíricas de la vieja iglesia, y con recuerdos del viejo teatro de los Misterios—tanto que parece olvidarse de su problema principal, que Lacy le está levantando a la moza. Así de importante es marcar la transición de una realidad teatral a otra, para la cual es la primera ante todo un espectáculo. Su papel como actor interesado en su propio rol en la acción viene en segundo lugar:

    As soon as Bungay is at Brazennose,
    And I have chatted with the merry friar,
    I will in post hie me to Fressingfield,
    And quite these wrongs on Lacy ere it be long.
BACON   So be it, my Lord. But let us to our dinner,
    For, ere we have taken our repast awhile,
    We shall have Bungay brought to Brazennose.       Exeunt.

Fressinfield está más o menos a la misma distanciea de Oxford que de La Haya, con lo cual Bacon está luciendo además la capacidad de sus demonios para desafiar la coherencia espacial de la realidad con una suerte de teleportación. Es, para el siglo XVI, una velocidad equivalente a las que hoy plantearían paradojas relativistas sobre la velocidad de transmisión de la informacióni y la luz. La comprensión adecuada de la magia de Bacon requiere ese ejercicio de perspectivismo histórico.

Y aquí dejamos nuestro análisis de la televisión, y la teleportación, medieval—posibilitada por la nueva tecnología escénica del teatro renacentista de Greene. Lo que revelan esta televisión, y esta teleportación, es la naturaleza flexible de la realidad, y su capacidad de ser modelada mediante convenciones comunicativas que desafían lo que parecerían ser leyes físicas inamovibles. Hasta un extremo insospechado, la naturaleza de la realidad humana es informacional, es en gran medida una realidad aumentada, infundida con una realidad virtual o teatral, que se presta a su manipulación mediante las tecnologías de la representación.




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domingo, 25 de agosto de 2024

Churchill on Gaza

A passage from David Lane's Contemporary British Drama (Edinburgh UP, 2010), describing a recent short play by British dramatist Caryl Churchill:

Her final salvo of the decade was the provocatively one-sided ten-minute play Seven Jewish Children: a play for Gaza (2009), a response to Israel's retaliation against intensive bombing from the Islamist terror organization Hamas after Christmas 2008. An unspecified number of Jewish adults (nine in the Royal Court production) gather in seven tightly written scenes to debate what they should tell a young girl about Israel's history. Each scene is located during a significant historical moment, stretching from pre-Holocaust Germany, through to the Six-Day War in 1967 and finally Gaza in 2009. Charting the rise of a nation from the persecuted to the aggressor, the dialogue is comprised as a list of statements rife with internal conflict over honesty versus the need to protect:


Tell her it's a game
Tell her it's serious
But don't frighten her
Don't tell her they'll kill her
Tell her it's important to be quiet
Tell her she'll have cake if she's good
Tell her to curl up as if she's in bed
But not to sing. (49)

Each section continues with the same pattern of conflict until the last, when there is a barrage of statements celebrating Israel's right to be among other things 'better haters' and 'chosen people', though still culminating with the contradictory line 'Don't tell her that.' The play uses a concise and intelligent structure to externalise the troubled internal dialogue of a Jewish nation. It dramatises the awkward task of bequeathing a nation's history to its children, but reconciling it with a desire to protect them from lies and fear.

The play attracted accusations of anti-Semitism from the Jewish press, one national broadsheet and two evening tabloids for its 'ludicrous and utterly predictable lack of even-handedness' (50). Churchill and director Dominic Cooke had written and directed a play 'critical of, and entirely populated by, characters from one community' and it was therefore indefensible regardless of its dramatic power, as neither of them were Jewish (51). What this criticism overlooks is the play's core structural dynamic: indecision. If a nation's historical identity is constructed upon reportage of past events, the perspective from which they are reported is crucial. This is the struggle the characters face. They are simultaneously heroes and villains. Their pride is at stake but they are aware of their own fallibility and therefore show a confused humility, rather than Machiavellian cunning. They are struggling to create a fixed version of history when history is perpetually fluid, terminally insecure and one sided. Churchill's portrayal of the Jewish people may have been critical, but it therefore comes with an understanding that they are only exercising part of an eternal and global human conundrum: 'we're just like everybody else and we're nothing like anybody else' (52). As a writer with an acute sense of what is means to suffer from the human condition, it is a fitting description for her most recent work.

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(49) Caryl Churchill, Seven Jewish Children (London: Nick hern Books, 2009), p. 1.
(50) Christopher Hart, Review of Seven Jewish Children by Caryl Churchill, The Sunday Times, 15 February 2009.
(51) John Nathan, Review of Seven Jewish Children by Caryl Churchill, Jewish Chronicle, 12 February 2009.
(52) Dominic Maxwell, Review of Seven Jewish Children by Caryl Churchill, The Times, 13 February 2009.


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Semiótica y hermenéutica del subgesto

 

Un artículo reciente, que ya va para viejo como yo; lo subo a un par de repositorios donde acumulo mis producciones.


José Angel García Landa. "Semiótica y hermenéutica del subgesto." Tropelías: Revista de Literatura y Literatura Comparada 19 (2013): 281-95.*

         http://zaguan.unizar.es/ojs/index.php/tropelias/article/view/589

         http://zaguan.unizar.es/ojs/index.php/tropelias/article/download/589/665.pdf

         2013

_____. "Semiótica y hermenéutica del subgesto (Semiotics and Hermeneutics of Subgestures)." SSRN 9 July 2013.*

         http://ssrn.com/abstract=2291374

         2013

         Z-General and Theoretical Linguistics eJournal 9 July 2013.*

         https://www.ssrn.com/link/General-Theoretical-Linguistics.html

         2023

         Psychological Anthropology eJournal 9 July 2013.*

         http://www.ssrn.com/link/Psychological-Anthropology.html

         2013          

         Cultural Anthropology eJournal 9 July 2013.*

         http://www.ssrn.com/link/Cultural-Anthropology.html

2013

Cognition & Culture (…) eJournal 5.28 (15 July 2013).*

         http://www.ssrn.com/link/Cognition-Culture.html

2013

Cognitive Linguistics: Cognition, Language, Gesture eJournal 5.21 (23 July 2013).*

http://hq.ssrn.com//Journals/IssueProof.cfm?abstractid=2291374&journalid=1314047&issue_number=21&volume=5&journal_type=CMBO&function=showissue

         http://www.ssrn.com/link/Cognitive-Linguistics.html

Philosophy of Language eJournal 6.27 (23 July 2013).*

http://hq.ssrn.com//Journals/IssueProof.cfm?abstractid=2291374&journalid=950388&issue_number=27&volume=6&journal_type=CMBO&function=showissue

         http://www.ssrn.com/link/Philosophy-Language.html

2013

Cognitive Psychology eJournal 9 July 2013.*

https://www.ssrn.com/link/Cognitive-Psychology.html

2023

_____. "Semiótica y hermenéutica del subgesto." Academia.edu 25 Aug. 2014.*

         https://www.academia.edu/8073444/

         2014

         https://www.academia.edu/83763812/

         2022

_____. "Semiótica y hermenéutica del subgesto." ResearchGate 25 Aug. 2014.*

         https://www.researchgate.net/publication/264992131

         2014

_____.  "Semiótica y hermenéutica del subgesto." Net Sight de José Angel García Landa 4 Jan. 2023.*

https://personal.unizar.es/garciala/publicaciones/subgestoTROPELIAS.pdf

         2023

_____. "Semiótica y hermenéutica del subgesto." Vanity Fea 25 Aug. 2024.*

https://vanityfea.blogspot.com/2014/08/semiotica-y-hermeneutica-del-subgesto.html
2024

 









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jueves, 22 de agosto de 2024

Oficina de Asuntos Teatrales

 



Ruiz, Esmeralda. "En este país llamado España: El juez Peinado tendrá en cuenta que Sánchez no quiso declarar ante el juez." Audio. esRadio 22 Aug. 2024.* (Pedro Sánchez, David Sánchez). https://esradio.libertaddigital.com/fonoteca/2024-08-22/en-este-pais-llamado-espana-el-juez-peinado-tendra-en-cuenta-que-sanchez-no-quiso-declarar-ante-el-p37-s6656273-7157497.html 2024

miércoles, 21 de agosto de 2024

De la extraña aventura que le sucedió al valeroso Don Quijote con el carro o carreta de las Cortes de la Muerte

 Capítulo XI de la segunda parte de la Vida de Don Quijote y Sancho de Miguel de Unamuno:


Reanudaron amo y escudero su camino, burlándose el socarrón Sancho de la candidez de su amo. Y entonces fue cuando toparon con la carreta de la muerte o de la compañía de Angulo el Malo, que Don Quijote, aleccionado y entristecido por lo que acababa de pasarle, tomó por lo que realmente era. Y entonces fue también cuando Rocinante, alborotado por el cascabeleo del moharracho, dio con su amo en tierra y todo lo que se sigue. Y cómo quiso castigar el Caballero a los farsantes, y le esperaron estos en ala y armados de guijarros, y convenció Sancho a su amo, hombre cuerdo y sesudo al fin, de que no debía meterse con semejante tropa, pues entre todos los que allí estaban, aunque parecían reyes, príncipes y emperadores no había ningún caballero andante. Y así Don Quijote mudó ya de su determinado intento. Y al ver que Sancho, or su parte, no quería vengarse, fue cuando le dijo lo de: Pues esa es tu determinación, Sancho bueno, Sancho discreto, Sancho cristiano y Sancho sincero, dejemos estas fantasmas y volvamos a buscar mejores y más calificadas aventuras.

La del carro de la muerte parece una de las más heroicas que llevó a feliz término nuestro hidalgo, pues en ella se nos muestra venciéndose a sí mismo con su cordura. ¡Es que le pesaba sobre el corazón el encantamiento de su dama! El mundo comedia es, y gran locura querer luchar con gentes que no son lo que parecen, sino míseros farsantes que representan su papel, y entre los cuales apenas si se halla de higos a brevas un caballero andante. En el tablado del mundo es novedad sorprendente ver entrar un caballero de verdad, de los que matan y hacen en serio la escena del desafío cuando los otros hacen que la hacen y por hacer el papel no más.Tal es el héroe. Y al héroe le esperan los comediantes todos en ala y armados de piedras. Dejad, pues, a los farsantes y recordad la profunda sentencia de Sancho: nunca los cetros y coronas de los emperadores farsantes fueron de oro puro, sino de oropel u hoja de lata. Recordadla y tened en cuenta que la creeencia de los que en la comedia del mundo hacen el papel de maestros, cobrando por ello su salario, es ciencia de oropel u hoja de lata.

 

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jueves, 15 de agosto de 2024

All Musicals

 

All Musicals.*

         https://www.allmusicals.com/

         2024

Philippe Hersant : Wuthering Heights (Hurlevent)

martes, 13 de agosto de 2024

Procesión de San Lorenzo

 

Urzainqui Biel, Carlos. "Procesión de San Lorenzo (Huesca)." El Retabillo 11 Aug. 2024.*

         https://carlosurzainqui.blogspot.com/2024/08/procesion-de-san-lorenzo-huesca.html

         2024

lunes, 12 de agosto de 2024

Montaigne y la construcción social de la realidad

Retropost, 2014:

Leyendo estos días tanto los Ensayos de Montaigne como La Construcción Social de la Realidad, de Berger y Luckmann, he observado entre ellos un parentesco intelectual. En ambos libros se expone una teoría de la realidad como construida—es un sistema de convenciones y no una evidencia inapelable. Una especie de ficción teatral —con la diferencia de que nos tomamos en serio los papeles que se nos asignan en la obra. Frente a esa certidumbre a la hora de identificarnos con nuestro papel, Montaigne prefiere a veces la duda, y suspende muchas veces el juicio ante la diversidad de creencias y opiniones. Así será la educación de los sabios:

"Que haga que todo lo pase por su tamiz sin alojarle cosa alguna en la cabeza por simple autoridad y crédito. Que no sean principios para él los principios de Aristóteles, como tampoco los de los estoicos o epicúreos. Que le propongan esa diversidad de juicios: escogerá si puede, y si no, permanecerá en la duda. Solo los locos están seguros y resolutos.

Che non men che saper dubbiar m'aggrada.
[Que, tanto cual saber, dudar me agrada:
                            DANTE, Inferno 11, 93]." ("De la educación de los hijos", 186)

Pero los cuerdos suelen estar bastante locos en este sentido...

Montaigne era un escéptico, y ese escepticismo resultó ser una ayuda a la hora de permitirle ver ciertos aspectos de la realidad—de esos que están ahí delante para todo el mundo pero que se esconden más que Wally en una multitud, o que una carta robada en el despacho de un ministro.  El escepticismo frente a la realidad permite cuestionar las explicaciones que te dan sobre ella, y cuestionar incluso lo que habías tomado como evidencia de partida. Así pues, Montaigne consiguió ver que la realidad no es tan sólida como nos parece; o más bien, que lo que tomamos por realidad sólida e incuestionablemente palpable no es con frecuencia sino un tejido de expectativas, convicciones, convenciones y creencias—algunas de esas creencias con tan poco fundamento como las que llevaban a la gente seria de sus tiempos (y de todos los tiempos) a degollarse en las guerras de religión. Son las mayores sandeces las que en el espectáculo de la vida pública suelen cortar el bacalao, arrastrar a las masas,  y utilizarse como ideales y faros-guía para convencerle a la gente de que entreguen por ellas su vida, sus posesiones, su libertad y su criterio—el que no han tenido nunca, para empezar.




¿Y por qué seremos así? Por la naturaleza humana, desnaturalizada por la cultura, o modelada por ella en formas con frecuencia absurdas o irracionales. Somos modificables, observa Montaigne, como si no tuviésemos sustancia propia. "Los osos pequeños, los perros, muestran sus naturales inclinaciones; mas los hombres, al lanzarse irremisiblemente en hábitos, opiniones y normas, se transforman o disfrazan con facilidad" ("De la educación de los hijos", 186). La cultura nos hace, y, artificiales que somos, nos encontramos como en casa en ese entorno artificial, y lo confundimos con la naturaleza. Esta constatación es la primera condición para formular una teoría constructivista de la naturaleza humana, de la cultura, y la realidad humana.

Es dudoso que esta ciencia sobre el hombre sea buena o deseable para la generalidad de los hombres. Puede disolver el mundo. Montaigne escribió ensayos, pero se cuidó bastante de exponer sus opiniones en su propio círculo social. Quizá considerase su propia visión sobre la realidad como no necesaria para los demás, ni conveniente.

"Tenía razón Aristón de Quíos al decir antaño que los filósofos perjudicaban a sus oyentes, pues la mayor parte de las almas no están preparadas para sacar provecho de tales enseñanzas, las cuales, si no son para bien, son para mal: "asotos ex Aristippi, acerbos ex Zenonis schola exire" [porque podían salir unos disolutos de la escuela de Aristipo, y unos amargados de la de Zenón: CICERÓN, nat. deor. 3,77]." ("Del magisterio", 178)

Es éste un aspecto cuestionable de la visión de Montaigne, pues llevaría a cada comunidad social y a cada escuela de pensamiento a encerrarse en sí mismas, en lugar de participar en el intercambio racional de ideas y a la búsqueda de una comunidad de pensamiento a los que, por otra parte, apela Montaigne. Y es que quizá la contradicción latente en su pensamiento sea la de hacernos pensar que todo es igualmente relativo y arbitrario, cuando en realidad hay modos de acción, percepción y pensamiento que se prestan más que otros a ser compartidos y comunicados. Y la cultura es ante todo comunicación, aunque pueda también resultar en aislamiento y confrontación de grupos, ideologías y sociedades.

Es especialmente interesante el ensayo sobre la costumbre. Termina Montaigne recomendando atenerse a las costumbres de la propia sociedad: siendo que todas son relativas, más vale no turbar la paz social, razona, y esconder nuestras opiniones si disentimos. Es una conclusión muy conservadora, pues, para una filosofía muy atrevida. Porque entretanto lo que ha hecho Montaigne es socavar todas las certidumbres sobre las que reposa el consenso social—todo consenso social: las creencias, mitos, y convenciones que fundan el orden social. No tienen más sustancia que la que les damos—y de ahí que acabe concluyendo que es mejor no quitarles esa sustancia tan tenue, por temor a que todo se disuelva.  
 
El pensamiento escéptico de Montaigne muestra que el efecto de naturalidad que nos producen las cosas es una especie de ilusión óptica, producto de la convención y de la educación que hemos recibido. Es aquí donde anticipa la noción de socialización tal como es expuesta por los constructivistas Berger y Luckmann. Según estos, el individuo, al desarrollarse, se identifica con otros sujetos significativos en la sociedad (en principio sus padres) e internaliza así la realidad vivida por ellos, la realidad cultural que le enseñan—que es relativa, situada y contingente—confundiéndola con la realidad sin más. La versión de la realidad que nos da nuestra primera educación cuando éramos niños es un tejido de mitos, pero esos mitos los tomamos por verdades sólidas y literales. Y así se crea la realidad, y se mantiene día a día, a medida que adoptamos una identidad en nuestra sociedad, por socialización y asignación de papeles en este teatro social. 
 
Más sobre esto dije en este artículo a cuenta de Berger y Luckmann. Así explican éstos la socialización que interiorizamos para pasar a creernos que somos quienes somos y que lo que nos rodea es también lo que nos dicen:

En la socialización primaria no hay problema de identificación. No hay una elección de otros significativos. La sociedad le presenta al candidato para la socialización un conjunto predefinido de otros significativos, a los que ha de aceptar como tales sin posibilidad de optar por otras disposiciones. Hic Rhodus, hic salta. Uno ha de arreglárselas con los padres con los que el destino le ha obsequiado. Esta injusta desventaja inherente a la situación de ser niño tiene la consecuencia obvia de que, aunque el niño no es simplemente pasivo en el proceso de su socialización, son los adultos quienes establecen las reglas del juego. El niño puede jugar al juego con entusiasmo o con resistencia hosca. Pero, ay, no hay otro juego a la vista. Esto tiene un corolario importante. Ya que el niño no tiene elección a la hora de seleccionar sus otros significativos, su identificación con ellos es cuasi-automática. Por la misma razón, es cuasi-inevitable que interiorice la realidad particular de ellos. El niño no interioriza el mundo de sus otros significativos como uno más entre muchos mundos posibles. Lo interioriza como el mundo, el único existente y único concebible, el mundo sin más. Es por esta razón por la que el mundo interiorizado en la socialización primaria está atrincherado en la conciencia mucho más fuertemente que los mundos interiorizados en socializaciones secundarias. Por mucho que se haya podido debilitar el sentido original de inevitabilidad en una serie de desencantos subsiguientes, el recuerdo de una certidumbre que nunca se ha de volver a repetir—la certidumbre del alba primera de la realidad—todavía sigue adherida al primer mundo de la niñez. La socialización primaria lleva a cabo, de este modo, lo que (por supuesto, retrospectivamente) puede considerarse como el truco de ilusionismo más importante con el que la sociedad embauca al individuo: hacer aparecer como necesidad lo que de hecho es un amasijo de contingencias, y darle así sentido al accidente de su nacimiento. (The Social Construction of Reality,155, traduzco).

En Montaigne esta percepción o ruptura del velo de ilusiones aparece, cuatrocientos años antes, tal que así—hablando de la fuerza de la costumbre:

Los de Creta, en tiempos remotos, cuando querían maldecir a alguien, rogaban a los dioses le hicieran caer en alguna mala costumbre.
    Mas el principal efecto de su poder es apoderarse de nosotros y dominarnos hasta tal punto que apenas esté en nosotros el liberarnos de su influencia y volver a nuestro ser para discurrir y razonar sus órdenes. En verdad, al mamarlas con la leche materna y al presentarse el rostro del mundo en este estado ante nuestra primera mirada, parece que hayamos nacido con la condición de seguir esta marcha; y parece que sean generales y naturales las ideas comunes que hallamos vigentes a nuestro alrededor y que nos han sido imbuidas por la semilla de nuestros padres.
    De donde viene que lo que está fuera del marco de la costumbre, creémoslo fuera del marco de la razón; sabe Dios con qué sinrazón, con harta frecuencia. Si así como nosotros, que nos estudiamos, hemos aprendido a hacer, cada cual, al oír una justa sentencia, inquiriese en su interior cómo le concierne propiamente a sí mismo, daríase cuenta de que esta no es tanto una agudeza como un buen latigazo a la común necedad de su entendimiento. Mas recibimos las opiniones de la verdad y sus preceptos como si fueran dirigidos al pueblo y no a nosotros mismos; y, en lugar de aplicarlos a nuestras costumbres, cada cual los relega en su memoria muy necia e inútilmente. Volvamos al imperio de la costumbre.
    Los pueblos educados en libertad y que se dirigen por sí mismos consideran monstruosa y contra natura cualquier otra forma de gobierno. Piensan lo mismo los que están hechos a la monarquía. Y por mucha facilidad que el destino les ofrezca para cambiar, en cuanto se han librado, con grandes dificultades, del estorbo de un señor, corren a implantar uno nuevo, con parejas dificultades, al no poder decidirse a odiar la dependencia.
    Gracias a la intervención de la costumbre cada cual está contento del lugar en el que la naturaleza lo ha colocado; y a los salvajes de Escocia no les interesa Turena, ni a los escitas Tesalia. ("De la costumbre y de cómo no se cambia fácilmente una ley recibida", 155).

Creo por tanto que podemos darles a Montaigne, y a los escépticos griegos que le precedieron,  el título de los primeros constructivistas: los que miran la religión de su pueblo, así como sus ideas políticas e instituciones, sus creencias y modales, y ven allí mitos, ficciones, y una obra de teatro social que se contempla mejor (o se ve distinto) desde un asiento apartado de la escena. 
 
Podemos también meternos en la ficción, e incluso cambiar de papel. Ahora, lo que no podemos hacer en ningún caso es salirnos del edificio del teatro.


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sábado, 10 de agosto de 2024

We Create Our Reality

Retropost, 2014: We Create Our Reality https://vanityfea.blogspot.com/2014/08/we-create-our-reality.html

The Zone of Interest

 

The Zone of Interest. Writer and dir. Jonathan Glazer. Based in part on the novel by Martin Amis. Cast: Christian Friedel, Sandra Hüller. UK/USA/Poland, 2023. Online at DailyMotion (PicturePerfectChannel) 2024.*

         https://dai.ly/x8wc830

         https://www.dailymotion.com/video/x8wc830

         2024


Redes, Regiones y Públicos

Redes, Regiones y Públicos: La presentación de la persona en el ciberespacio cotidiano: https://personal.unizar.es/garciala/publicaciones/RedesRegiones.pdf

miércoles, 7 de agosto de 2024

¿Quién define la realidad?

 La realidad la hacemos un poco entre todos, y cada cual habita en parte en la suya y en parte en la de todos. Ahora, cuando llega la hora de definir cuál es la naturaleza última de la realidad (por ejemplo ¿Hay Dios? ¿Cuida de nosotros? ¿Qué planes tiene? ¿Hay otra vida? ¿Vivimos en un ordenador? ¿Tenemos alma? ¿Tiene todo esto algún sentido? ¿Cuál es la sustancia y razón de lo que vemos? ¿A dónde vamos? ¿Nos llevan por buen camino?)—para todo esto, doctores tiene la Iglesia. Hacen falta expertos, toda una organización social para el Mantenimiento y Definición del Universo. De esta cuestión hablan algo Berger y Luckmann en su libro sobre The Social Construction of Reality. Veamos unos párrafos sobre estos Expertos Universales, dedicados a la teoría pura y a la legitimación de la realidad:

Because the universal experts operate on a level of considerable abstraction from the vicissitudes of everyday life, both others and they themselves may conclude that their theories have no relation whatever to the ongoing life of the society, but exist in a sort of Platonic heaven of ahistorical and asocial ideation. This is, of course, an illusion, but it can have great socio-historical potency, by virtue of the relationship between the reality-defining and the reality-producing process. (135)

Se refieren Berger y Luckmann, entre otras cosas, a que la representación de la realidad (la definición de la realidad y la teorización sobre ella se cuentan entre las más influyentes formas de representación) también modela la realidad social, y proporciona mapas y modelos de la realidad que orientan la acción sobre la realidad así como otras representaciones de la realidad.

    A second consequence is a strengthening of traditionalism in the institutionalized actions thus legitimated, that is, a strengthening of the inherent tendency of institutionalization towards inertia. (....)
   The emergence of full-time personnel for universe-maintaining legitimation also brings with it occasions for social conflict. Some of this conflict is between experts and practitioners. The latter, for reasons that need not be belaboured, may come to resent the experts' grandiose pretensions and the concrete social privileges that accompany them. What is likely to be particularly galling is the experts' claim to know the ultimate significance of the practitioners' activity better than the practitioners themselves. (....)
    This brings us to another, equally important, possibility of conflict—that between rival coteries of experts. (135-6)

¿Y cómo se han de resolver los conflictos entre doctrinas, en particular cuando se resuelven a cuestiones transcendentales, teológicas o metafísicas, que escapan a la experiencia común? Puede utilizarse la argumentación, y se usa abundantemente, pero no es eso lo que decide el triunfo de las doctrinas. Berger y Luckmann son pragmáticos desilusionados en este sentido: es el ejercicio del poder, del control y de la autoridad política lo que decide la resolución de las disputas sobre la naturaleza de la realidad, al menos en el espacio público—(y apuntemos que el espacio privado se construye en gran medida por interiorización del espacio público). Son las legitimaciones toleradas o promovidas por el poder las que acaban definiendo la naturaleza de la realidad. Al menos la realidad públicamente reconocida:

By its very nature such argumentation does not carry the inherent conviction of pragmatic success. What is convincing to a man may not be to another. We cannot really blame such theoreticians if they resort to various sturdier supports for the frail power of mere argument—such as, say, getting the authorities to employ armed might to enforce one argument against its competitors. In other words, definitions of reality may be enforced by the police. This, incidentally, need not mean that such definitions will remain less convincing than those accepted 'voluntarily'—power in society includes the power to determine decisive socialization processes and, therefore, the power to produce reality. In any case, highly abstract symbolizations (that is, theories greatly removed from the concrete experience of everyday life) are validated by social rather than empirical support. It is possible to say that in this manner a pseudo-pragmatism is reintroduced. The theories may again be said to be convincing because they work— work, that is, in the sense of having become standard, taken-for-granted knowledge in the society in question. (137)


Con esta cuestión de las definiciones oficiales de la realidad, y su cuestionamiento marginal, estaba relacionado mi artículo sobre el Evangelio de Judas—un libro que cuestiona la definición de la realidad de la ideología cristiana mayoritaria de su tiempo.








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